De la Cábala, ese sistema de doctrinas teosóficas inicialmente propuesto para interpretar el Antiguo Testamento, se extrae la siguiente enseñanza: las palabras no reflejan la realidad sino que la crean; por eso, Dios y el nombre de Dios son la misma cosa. La cábala nacionalista, que comienza por afirmar arbitrariamente como principio lo que debería probar, deduce de la “realidad nacional” de Cataluña el derecho de sus actuales habitantes a tomar la decisión de “autodeterminarse”; o sea, de “cada Nación, un Estado”, en expresión de Pascual Mancini. La esencia romántica del nacionalismo aspira a restaurar una imaginaria edad de oro (en la que comenzaría la historia de los hombres, como relató Hesíodo en “Los trabajos y los días”), una época de absoluta felicidad a la que sigue un empobrecimiento constante en un proceso que pasa por las edades de plata, bronce y hierro. Con su viva nostalgia de aquella plenitud inicial que llegó a su fin en 1716 (con los Decretos de Nueva Planta), a los soberanistas catalanes no les satisface en absoluto ni la cantidad ni la calidad del mineral extraído de España. No es tan paradójico que la Diada sea la conmemoración de una derrota en lugar de una victoria. En las guerras, Dios o el destino nacional pueden bendecir con la derrota, no con la victoria: más necesaria para los gobiernos, que siempre tendrán ansias de nuevas victorias. Sin embargo, después de una caída en el campo de batalla, se desea fervientemente algún tipo de liberación. Los pueblos precisarían de las derrotas para elevar el espíritu nacional como las personas del sufrimiento para concentrarse en su vida interior. A pesar de que pueda parecer un fracaso por la escasa participación y el magro resultado a favor de la independencia, la mera organización en algunos municipios del referéndum promovido por ERC y CDC, es todo un éxito propagandístico para el nacionalismo catalán. El presidente de la Generalitat no ha expresado su repulsa sino su respeto por semejante convocatoria. No sería extraño que la prensa catalana, incansable en su labor de halagar los vicios de los que gobiernan (y reparten subvenciones y prebendas publicitarias) y las pasiones más acreditadas del momento, volviese a lanzar un editorial conjunto en defensa del “derecho a decidir”. "A pure theory of democracy" Publicada la traducción inglesa de "Frente a la gran mentira"