Las deudas de la sociedad española son el síntoma más evidente de la enfermedad que nos ha corroído: vivir por encima de nuestras posibilidades. Según muchas fuentes se acercan a los 3,9 billones de euros (pensemos que nuestro PIB es de 1,051 billones de euros). Hoy vamos a centrarnos en una porción de ellas: nuestro Sector Público, que, salvo honrosas excepciones de pequeños municipios que gestionan eficientemente sus presupuestos, ha gastado más de lo que ingresaba, sus dirigentes se han metido en proyectos descabellados y han montado unas maquinarias burocráticas desorbitadas, ayudadas por normas que reforzaban su autonomía financiera y modernizaban sus formas de gestión.   Uno de los métodos que miden estos desfases son los llamados déficits presupuestarios, que miden la diferencia entre los ingresos ordinarios (tributos, precios públicos y transferencias) y los gastos ordinarios (personal, gastos de funcionamiento, intereses, transferencias e inversiones). Pero este saldo solamente muestra una parte de la gestión, quedando fuera las aportaciones patrimoniales que hacen a sus múltiples empresas públicas y entidades fundacionales o asociativas y la financiación de los Fondos de carácter financiero (adquisición de activos, rescates bancarios, inversiones locales). También se queda fuera de ese saldo toda la gestión de las entidades que forman parte el Sector Público empresarial (entidades publicas, sociedades mercantiles, fundaciones, consorcios y otros tipos de entes controlados por los poderes públicos). No olvidemos que los órganos de la Comisión Europea conocen estos métodos de contabilidad creativa e ingeniería de derivados financieros.   Así que muchos analistas utilizan la diferencia de endeudamiento en el tiempo, en vez de esos saldos. Con buen criterio piensan que el déficit presupuestario es un grifo más que va llenando la cuba de la Deuda Pública y una forma de medir su dimensión es calcular la diferencia de su nivel. Veamos un ejemplo: según las cifras oficiales el déficit público de España en el año 2009 se elevó al 11,4% del PIB. Pero según la diferencia de niveles de la cuba es bastante mayor. El Banco de España, en su último boletín estadístico, nos muestra que la Deuda Pública en circulación en el tercer trimestre de 2008 fue de 555.040 millones de euros (M€) (518.031 M€ de las Administraciones Públicas y 37.009 M€ de las Empresas Públicas), un año después subió a 727.729 M€ (680.538 M€ y 47.191 M€ respectivamente), la diferencia anualizada fue de 172.689 M€. Teniendo en cuenta el PIB de ese año (1.051.151 M€) el déficit público se elevó al 16,4% del PIB, cifra bastante lejana de la realidad comentada, discutida y criticada en las Cortes Españolas por nuestra clase política. Y la realidad anual puede ser peor.

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