De nuevo, el fantasma de la abstención electoral recorre Europa. En los castillos y palacios encantados de los gobiernos europeos, el silencio de las desechas cadenas de servilismo se oye más que los sonoros aplausos de la numerosa servidumbre. El sordo murmullo de la población liberada, la que ha sabido romper a tiempo sus argollas de papel burocrático en los sótanos de las fortalezas, desasosiega las noches de los ocupantes de áticos estatales, en vigilias de euforia, con permanentes reuniones de colegas, banquetes de maridaje y declaraciones entusiastas de puertas para fuera. A nada temen tanto los energúmenos de la maleficencia general como a las crisis de trabajo que cierran o disminuyen los ergástulos de miseria, a la vez que inician o aumentan la masa crítica de quienes se abstienen de ir a las urnas, por conocer demasiado bien la ineficacia partidista y oligárquica de la UE. Y apenas servirán para tapiar el desencanto, las millonadas extraídas de los propios contribuyentes para animarlos, mediante propagandas de virtudes etéreas, a que acudan con collares de distinto color nacional a las huchas del opio común europeo. La próxima abstención será sonada. Se abstienen los que saben mucho y los que no saben nada. Votan los que creen que saben y los que tienen miedo a no seguir las consignas de los poderosos. Otros muchos, reconociendo el fraude del sistema electoral de listas, se consuelan en las urnas con dos falsas creencias. 1. La abstención no sirve para cambiar el Régimen de poder, pues el cinismo gobernante es indiferente al porcentaje popular que lo sostenga, por mínimo que sea, con tal que supere al del adversario. 2. Si la abstención no sirve para nada, al menos se puede influir con el voto para que no siga gobernando lo peor. La primera creencia ignora que no se puede gobernar con la sola legalidad, y que la flagrante falta de legitimidad de un gobierno, votado por menos de un 20 por ciento del censo, produciría la ruptura del consenso gobernado y la apertura de mayores márgenes de acción a la libertad política. La segunda quiere olvidar que lo peor de lo peor ya gobernó en el inmediato pasado, tanto en su forma socialista de corrupción y crimen, como en su forma liberal de guerras imperiales, privatizaciones a favor de amigos y especulación financiera. Según el criterio de Jellinek, la vuelta al poder de quien ya gobernó sería de signo reaccionario. Los votantes por listeza de avezados no pueden explicar por qué son los partidos estatales quienes más pavor tienen a la abstención y más empeño ponen en combatirla. florilegio "La abstención de hacer algo, en tanto que forma de acción negativa, contiene más virtualidades positivas que las de una acción repetitiva."