La deriva no significa lo mismo que la derivada de una variable, expresión muy precisa en las matemáticas, ni que el desvío de una corriente hacia un ramal o la derivación de un argumento deducido de otro. Fuera del campo de la geología (deriva de los continentes) o del rumbo en la navegación marítima, la deriva tampoco es “la evolución que se produce en una determinada dirección”, como dice equivocadamente el Diccionario de la Academia, poniendo como ejemplo “la deriva burocrática del régimen”, o el diario El País (22-11-08), denunciando la deriva autoritaria del régimen ruso, o todos los medios informativos, pregonando la deriva recesiva del sistema financiero hacia la depresión universal de la actividad económica.   La deriva en asuntos humanos es otra de esas expresiones que triunfan en el lenguaje periodístico -como sistémico en lugar de sistemático, gobernanza en lugar de gobernación, trascendental en lugar de trascendente, analítica en lugar de análisis, errático en lugar de erróneo-, porque eluden toda idea de responsabilidad de los gobiernos en los desastres mundiales causados por ignorancia de las consecuencias de sus torpes o delictivas acciones y omisiones, en materia de economía política. Se desconoce hasta donde llegará la deriva de un iceberg, aunque se sepa la causa que produce su desgajamiento del glaciar y la de su disolución en aguas cálidas. Del mismo modo, se desconoce hasta donde llegará la intensidad, extensidad y duración de la actual crisis económica, realmente a la deriva, aunque se conozca la causa de psicología social que la ha desgajado del bloque de poder mundial de los gobiernos. Los vaticinios de los expertos, cambiantes a remolque de las noticias, son esforzadamente arbitrarios porque ninguno de ellos quiere saber que la crisis no es una deriva natural, ocasionada por el calentamiento de las finanzas, dentro de un supuesto determinismo de los ciclos económicos, sino la derivación normal de todo sistema dependiente de la estulticia personal, con codicia de poder y dinero, en sus dirigentes. No hay deriva si se conoce la dirección del movimiento, no movido a voluntad, que se desvía de su sentido inicial, aunque se ignore el punto de arribada. Desde que existe una economía globalizada por la acción de primordiales y potentes actores, siempre amparados por los gobiernos de los grandes Estados, no puede haber deriva, sino derivación natural del mal sistema hacia lo más indeseable, a causa de lo innoblemente deseado por la concupiscencia de los modernos gobernantes, reales aprendices de brujo.   florilegio "Las crisis económicas, como las políticas, siguen la regla histórica de introducción de la desesperanza en la falla de los sistemas subjetivos."

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí