Es de todos sabido el acuerdo ‘in extremis’ adoptado entre “Junts pel Sí” y la CUP el domingo pasado, a cambio de la renuncia de Artur Mas a presidir la Generalitat. En ese mismo acuerdo la formación anarquista se comprometía a votar siempre en favor del Grupo Parlamentario dirigido por el señor Mas, a “prestar” dos militantes al órgano parlamentario partidista de Junts pel SI, a reconocer los perjuicios que había provocado al apoyo social del separatismo, y a renovar completamente los integrantes del órgano parlamentario que constituye la formación de la CUP.

En la rueda de prensa que el Sr. Arturo Mas concedió, tras la celebración del negocio político, justificó este por la necesidad de: “corregir aquello que las urnas no nos dieron”.

Al oír las palabras de Mas me recordaron, aquellas que otro mesiánico obsesivo-compulsivo, con problemas de Parkinson, había emitido, erigiéndose en protector y baluarte de raza aria, de la nueva nación alemana. Me estoy refiriendo, desde luego, al jefe del Partido Nazi, Adolf Hitler. Éste nacionalista, en uno de sus discursos mas famosos antes las masas apasionadas por ver y escuchar a quien religiosamente consideraban su “salvador” de todas aquellas penurias que le había provocado el Tratado de Versalles, y hacerles resurgir como la “nación elegida” exterminando para ello cualquier raza, población o credo que consideraran interponerse en su misión divina. Hitler dijo ante un auditorio de miles de personas: “Si estoy hablándoles a ustedes no es para pedirles sus votos o inducirlos a hacer algo por mi partido. No. Yo estoy aquí para exponer un punto de vista, porque estoy seguro de que la victoria de este punto de vista significa a su vez el único punto de partida posible en la reconstrucción de Alemania, es mas, es el último punto de crédito que puede depositarse en el pueblo alemán. Es por eso por lo que yo he corregido los designios de Alemania y de los alemanes. Esa es mi misión Histórica

Como puede observarse la similitud horroriza. Ambos, mesiánicos interpretes de eso que Don Rousseau definió como voluntad general, corrigen los errores de un pueblo que, como una masa amorfa, es incapaz de ver su futuro y su “proyecto sugestivo de vida en común”. Ellos son los Altos interpretes de los designios divinos. Ellos han previsto el futuro como la pitonisa que con cinco euros, y con voz de ultratumba, pasando la mano por su bola de cristal, te comenta con aspecto horrorizado lo que tienes que hace para no caer en la trampa mortal del presente mas inmediato y desfavorable. Pero no te lo dirá todo sino lo necesario para que, absorbido por el mal de la incertidumbre y el miedo, vuelvas y te gastes otros cuantos euros.

El fraude esta presente. Como con la pitonisa. Pero todos lo aceptan. Todos los que sin razón critica pero sí con pasión cegadora confirman la misión que debe llevar a cabo el mesías catalán. El renacer del pueblo catalán y de Cataluña, venciendo la opresión de España y del pueblo español. ¡El invasor enemigo!.

Lo reconozco. El sistema ha ganado. De momento. Aquellos que se han creído la mentira, la propaganda. Se ha reconocer que esta bastante bien hecha. A la altura de las grandes Corporaciones como Coca-Cola. Difícil no creerlo, estimo.

Se han creído que un Estado de Partidos la representación es un hecho y no un desecho. Se han creído que un Estado parasitado por los partidos sus delegados pueden pasarse de uno a otro órgano parlamentario partidista conservando en sus manos las siglas a las que han prometido mayor fidelidad que al que se suponen representan, aunque sea de muy muy lejos.

Ellos se han inventado las nuevas reglas del juego. Incluso las que rigen el Estado de Partidos. Cataluña is diferent, debemos ahora decir. El pacto es el nuevo arma de destrucción masiva. Lo puede todo, como la bomba de hidrógeno. Si en Inglaterra el aforismo liberal era que el Parlamento lo puede todo menos cambiar el sexo de un hombre a una mujer. El “pacto catalán” puede hasta con eso. No debe olvidarse que uno de sus firmantes es el mesías, que quede bien claro, y como aquel ha venido a salvar al pueblo catalán.

No importa la mayoría de opiniones, ni el hecho dado por la Historia, ni siquiera la voluntad o la pasión de los que han depositado la papeleta del partido en la pequeña urna, solo interesa lo que mediante la “soberanía de despacho” se pacte entre los jefes de partidos, que como los corredores de fondo están exhaustos por meter la cabeza antes que otro competidor, en lo que para ellos es la gloria, esto es, los cómodos sillones de los amplios salones de esas Instituciones que aunque pagadas por todos y levantadas por quienes ya no están entre los vivos, solo son disfrutadas por los tocado por la mano mágica de los dedócratas.

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