Vaya, vaya, vaya. Nu i nu, como dicen mis estimados rusos.

Así que ahora, El País, el principal vocero del poder oligocrático, ha decidido que pronunciar España no sólo está bien, sino que hay que repetir el vocablo cuantas más veces mejor. En el título de un artículo, dos veces. “España en común, España plural”. A cursis no les gana nadie, señores. Qué capacidad para enrevesar conceptos sencillos. Cuántas vueltas dan para tratar de decir que, quizá, entre comillas, sin que se nos enfade nadie, por supuesto, hemos ido un poco lejos en esto de desmantelar España. Se ha hecho tan bien que ahora un par de remiendos en forma de manifiesto no solo no van a arreglar nada, sino que es risible, da vergüenza el intento. Llevamos 40 largos años de frases hueras, de retorcimiento de palabras para que pasen a significar lo que jamás dijo el diccionario.

Ni en común, ni plural, España está despedazada, está repartida en 17 trozos. La apetitosa tarta se cortó en 1978 y podemos ver los resultados. Diecisiete entes de poder abstractos y en permanente transición diseñados ex profeso para que la oligarquía pudiera colocar a dedo a miles de parientes, amigotes y otros deudores de oscuros favores.

“La idea de 1978 es la única fecunda y moderna”, dicen ustedes. ¿Qué idea es esa? Es una gran idea, según sus manifestantes señorías, llamar democracia a un régimen de poder donde el jefe fue nombrado por Franco. Por lo tanto, tenemos al frente de este idílico sistema al sucesor del franquismo. De ahí para abajo, todo ha sido un camelo disfrazado de palabras, adornado con adjetivos cursis y pusilánimes que no explican nada. Los partidos políticos españoles no tienen dos ideas diferentes de España. Solo tienen una idea única y, esta sí, común: llegar y consolidarse el mayor tiempo posible en el poder. Lo han hecho, lo siguen haciendo y lo harán si se lo continuamos permitiendo, a costa de lo que sea. Para ello, han de practicar por sistema el juego de las derechas, las izquierdas, los centros, los adelantes y los atrases. En su fuero interno, estos personajes siniestros que son nuestros políticos, se ríen de todos los votantes, se admiran cada vez de que sigan cayendo en este burdo juego de meter la papeleta que ellos han preparado. No hay separación del poder en origen, señores manifestantes. No hay representación política, el votante no está representado por nadie.

Que España, en 1978, cristalizó en lo que nuestros padres y abuelos lucharon por conseguir. ¿De qué color es el dichoso cristal? Lo que tenemos ahora es lo que querían nuestros padres, entonces. Esta frase me ha calentado demasiado. Iba a decir que son ustedes muy bobos, pero no lo voy a decir, no es necesario. Varios millones de parados sin esperanza, cientos de miles de casos de corrupción política e institucional a diario, telebasura a granel, novela basura en vena, un idioma rico, bello y oficial en más de una veintena de países, destrozado sin cesar por unos medios de comunicación que se apuntan a cualquier moda siempre que ésta sea cursi y necia. Económicamente hundidos para generaciones enteras. La educación ni está, ni se la espera; estamos a la cola de Europa. Los alumnos han dejado de respetar al profesor. Un pueblo que se hartó de hartarse vegeta ahora, machacado a impuestos, esclavizados por un maldito sistema, el de 1978, que es perfecto para la oligarquía, pues disfraza de democracia moderna y avanzada lo que no es sino una dictadura de unos pocos. Ni mis padres, ni mis abuelos querían nada de esto. Ni los padres, ni los abuelos de mis amigos. No he escuchado jamás decir eso a nadie coherente. Unos pocos soñaron con algo así y consiguieron mucho más de lo que llegaron a soñar. Para ellos sí, el 78 cristalizó en lo que siempre habían deseado: dinero, poder, fama y vivir a todo trapo, sin ninguna cortapisa. No hay justicia, puesto que la cúpula, el CGPJ, está formado por personas puestas en el cargo por los diferentes partidos. Los españoles, en general, no lucharon por nada. Esperaban la muerte de Franco y aceptaron, casi sin rechistar, lo que se les impuso: una basura de constitución redactada en secreto. Esta constitución que hay ahora, la cristalizada.

Si Savater nos envió al establo por no votar como buenos ciudadanos obedientes, por abstenernos de participar en un sistema corrupto, gobernado por corruptos, yo les envío a las urnas. Sigan votando lo ya elegido de antemano, sigan haciendo el panoli, si así lo desean. Pero, por favor se lo ruego, háganlo en silencio. Su cursilería es muy difícil de soportar más. Su hipocresía no cabe en el cosmos y su manipulación alcanza cotas everésticas.

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