A petición de los productores, que querían arreglar el lío del cine con la Sociedad de Autores, recibió Franco en El Pardo a una comisión de cineros. ¿A qué tantas películas americanas, preguntó el general, que siempre exaltan el divorcio?
–Es preciso hacer películas españolas. Dos de Mayo, Cortés… ¿Por qué no llevan al cine la zarzuela “Marina”?
Dicho y hecho.
El Dos de Mayo lo llevaron al cine Garci y Esperanza Aguirre. Con Cortés anda ya dando vueltas Bardem, si, logra descubrir qué país conquistó el extremeño, si México o el Perú. Y de “Marina” se encarga ahora Marañón, que desde el Teatro Real ha absorbido el Teatro de la Zarzuela para hacer Patria con la música española, según el decreto del Espartaco Santoni del gobierno, Méndez de Vigo, en plena disolución nacional.
La Zarzuela no quería al Real, porque sabe que el Real irá por su dote, un presupuesto pobre, pero honrado, que acabará perdiéndose en el mar de la lírica, como se deduce de la pésima literatura patriótica del decreto zarzuelero.
Es propósito de Méndez y Marañón (ya sin Sagi y Moral, pero con Ciudadanos, que ya tocan pelo en el Patronato) educar a los niños madrileños en el ejemplo de Chapí, Chueca y Serrano. Enseñar a los niños que Ruperto Chapí llegó a Madrid desde Villena con treinta duros y una onza de oro que su padre, que era barbero, le metió en un baúl, alimentándose de pan y chicharrones hasta el éxito de su “Fantasía morisca”. Recordar a los niños que Federico Chueca era tan progresista que se enamoraba de todo lo moderno: “La bicicleta me volvió loco”, decía en los periódicos, y la usaba, una vez que fue famoso gracias a “La Gran Vía”, para evitar a los pelmazos, pues yendo en bicicleta no tenía que pararse a saludar. Invitar a los niños a amar a los niños como Joaquín Serrano, que tenía un montón, uno por cada obra de éxito, como “La reina mora”, y eso que el maestro Serrano fue un gran perezoso, pero a lo Antoñito López, no a lo Mariano Rajoy.
Qué cosas.