En fechas pasadas pudimos leer en medios de comunicación extranjeros, como el New York Times, la filtración de las maniobras de militares y políticos venezolanos para que la administración Trump tomara acción directa o mediante apoyo que conduzca al final de régimen criminal y tirano de Maduro, así como las reticencias de dicha administración. Obviamente, las intervenciones anteriores del gringo del nor te en la patria Hispana no dejan buen antecedente.
Más recientemente, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, en una visita a la frontera de Colombia con Venezuela declaró que no se descarta la opción militar para resolver el problema del pueblo venezolano, que ya ha transcendido las fronteras nacionales y se ha convertido en un problema de estabilidad para la región, lo que sugiere que la opción militar está abierta, y que la intervención exterior parece que va tomando forma. Sería irreal pensar que otras medidas, como las sanciones o el aislamiento internacional, produjeran frutos para aliviar la penosa situación de los venezolanos.
Ya anticipamos en nuestro último artículo sobre este asunto publicado en el Diario Español de la República Constitucional que la solución más idónea apunta a una fuerza multinacional, al amparo del derecho internacional, es decir, con el respaldo de una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, sustentada en un peligro para la paz y seguridad, y de obligado cumplimiento para todos los Estados miembro de la ONU, de acuerdo con el artículo 25 de la Carta.
No nos cabe duda de que la comunidad internacional tiene la obligación de intervenir cuando los gobiernos tiránicos hacen dejación grave del cumplimiento de la obligación de proteger a sus ciudadanos. Esto es así, y es la práctica internacional observable desde la caída del muro de Berlín en 1989, y el posterior colapso de la URSS en 1991, donde comienza a surgir el concepto de operaciones de imposición de la paz auspiciadas por la ONU.
Descartado el liderazgo del gringo del norte, la OEA, en tanto que organización regional, parecería el órgano adecuado para ejecutar una hipotética resolución del Consejo de Seguridad en este sentido, habida cuenta que la ONU no cuenta con fuerzas propias, y el papel de las organizaciones regionales en este contexto se ha convertido en habitual. Los casos de la Unión Africana, o la Unión Europea, en Somalia, o el controvertido papel de la OTAN en la Antigua Yugoeslavia, son ejemplos de esto.
Sin embargo, las soluciones han de ser factibles y aceptables por todos, y ahí puede estar el escollo para que, de una vez por todas, se ponga fin a la tragedia en Venezuela.
Por un lado, una resolución del CS de la ONU se vislumbra difícil. El procedimiento de toma de decisiones de este órgano exige una mayoría cualificada de 9 miembros de los 15 que lo forman, debiendo estar los cinco miembros permanentes entre los 9 que suponen dicha mayoría.
Al impredecible papel de Rusia, y sus operaciones de desestabilización en Occidente, habría que añadir otra cuestión más tangible, que no es otra que la política de China con respecto a Venezuela. Hace escasamente una semana, Maduro ha conseguido una ampliación del crédito chino a Venezuela de 5.000 millones de dólares. China viene concediendo créditos a Venezuela desde 2008, lo que está en línea con sus líneas de acción exterior en el marco de su geoestragegia mundial.
Ojalá nos equivoquemos en el análisis, pero debemos concluir que no será fácil conseguir una resolución del CS determinante en el caso de Venezuela.
Por otro lado, las esperanzadoras declaraciones del secretario general de la OEA Luis Almagro han levantado no pocas reacciones inmediatamente después de producirse.
Las primeras reacciones en contra, y las más significativas por proceder de su mismo círculo, el Grupo de Lima, suponen un mazazo a Luis Almagro. Sin el apoyo de este grupo, que precisamente se formó sobre la base del no reconocimiento del régimen de Maduro y el apoyo a la intervención de USA, difícilmente sería viable una solución que implique la puesta en marcha de una fuerza multinacional de la OEA.
Además, Maduro acaba de hacer pública su intención de denunciar a Luis Almagro ante la ONU por proponer una intervención militar contra Venezuela.
Mientras esperamos alguna posible reacción de la ONU ante esta nueva baladronada del tirano, nos preguntamos si es necesaria una mayor presión de seres humanos en los países fronterizos, es decir un mayor sufrimiento de los venezolanos, para que se tome acción de una vez.