Tras la resaca de la moción de censura, la prensa ha estado marcada por la pasarela mediática de la presentación del nuevo gobierno de los súbditos del Estado de partidos. Se ha pretendido ofrecer la imagen de un gobierno mayoritariamente femenino ajustado a los preceptos de la ideología socialdemócrata (perspectiva de género + corrección política), donde, no obstante, los elementos más mediáticos correspondientes al éxito social eran masculinos (un juez estrella, un exastronauta, y un presentador de televisión, ya destituido), siendo las mujeres de un perfil más gris, tiros, en fin, por la culata del criptomachismo. En este aspecto, El País no se corta un pelo en aplaudir al nuevo gobierno en un editorial, como promesa de “estabilidad” -su mantra favorito, al que sacrifica la idea de representación democrática- tras clasificarlo la semana anterior de “inviable”, acompañándolo de la noticia de la sustitución de su director. País y PSOE cabalgarán juntos de nuevo.
Sin salirnos del mundo del espectáculo, Pablo Iglesias protesta en El País porque no se ha contado con ellos para el nuevo gobierno. Si hubiera leído a Homero, sabría nuestro Timonelcito que la venganza es un plato que se sirve frío. Tras haberse burlado con fruición de Sánchez en su no tan lejana propuesta de investidura, debería haberse dado cuenta de que el objetivo a batir ahora por el PSOE es él, ya que le estorba ahora para esa aspiración eterna del centenario partido de encarnar la “Izquierda”. No extrañaría ahora que se le ofreciera menos espacio en medios como la Sexta y Cuatro, salvados de la quema por el gobierno de Rajoy, para promocionar a Podemos y ningunear al PSOE, aunque es probable que Iglesias, deseando hacerse perdonar el desliz clasista -de clase partitocrática- de su chalet de lujo, no se dé cuenta de esto. Sic transit gloria mundi.
¿Y cómo afectará esto a nuestro alcalde de Cádiz? Éste, tras tres años en el poder, ha conseguido aprobar sus primeros presupuestos municipales, tras ser invalidados los de 02016 por el TSJA. Kichi (debelador de los desmanes de la derecha, que se negó a readmitir a una trabajadora que le ganó un juicio al anterior consistorio pepero por despido improcedente ¡a quién se le ocurre reclamar sus derechos laborales aun siendo mujer a un partido del régimen! ¿solidaridad de casta?) no cesó a su responsable de Hacienda, aunque fue reprobado por el resto de partidos. El PSOE, que ha impuesto su criterio en estos presupuestos, ¿le mostrará al Kichi la puerta en el futuro si Sanchez, en su lógica política de monopolizar el poder en la izquierda, le aprieta el cuello al pollo Iglesias pactando con el inmoral partido comodín Cs?
¿Pasará el PP a ser la nueva UCD? Jiménez Losantos, que sigue preocupado por el futuro de Cs -los súbditos no cuentan para éste y otros aspirantes a consejeros aúlicos- afirma que Rajoy cede el poder en el PP porque Sánchez le habría prometido aliviar su complicado horizonte judicial y pedido su colaboración en una pinza contra Ribera. Qué verdad es que algunos sólo oyen lo que quieren oír, y este Rajoy, si hubiera estado en un lager nazi, habría reclamado jabón cuando le dijeran que había que ir a las duchas. Lo veremos, en cambio, en chirona pues así le saldrán a Sánchez las cuentas de la autojustificación de su ambición de poder.
La imposición ideológica del lenguaje inclusivo (que en la administración educativa funciona como un rodillo totalitario) que es antinatural, anticientífico y sólo busca en realidad marcar a “buenos” progresistas y “malos” reaccionarios que quieren seguir usando el román paladino (excelente el artículo de Juan M. Blanco en DISIDENTIA que incide en la naturaleza maniquea y dualista pretotalitaria de la corrección política) está dando lugar a algunos casos de picaresca sobrevenida, como el de la empresa de aceites que no paga a sus trabajadoras porque el convenio sólo habla de “trabajadores”; otro tiro por la culata de la negación de la función lingüística del masculino como término no marcado en la oposición de género gramatical en plural (¡Si Saussure levantara la cabeza!).
El reciente veto inicial del presidente italiano Mattarella a la constitución del nuevo gobierno italiano por la presencia de un presunto crítico antieuropeísta, ha provocado diversas reflexiones. Así, Douglas Murray, en The Spectator, considera que la UE tiene un problema democrático, pues la élite de Bruselas y Berlín no acepta los resultados electorales de los países miembros si no se ajustan a sus macroproyectos, y hace sonar la señal de alarma, como hizo hace poco el pte. Macron, sobre los resultados electorales en Chequia, Polonia, Eslovenia e Hungría, lo que es un refuerzo, en su opinión, para la opción del Brexit. Por otra parte, en Francia, Ivan Rioufol en Le Figaro, denuncia en el gesto de Mattarella la deriva autoritaria y antidemocrática de la UE, que podría precipitar su caída o su refundación, al calor de los movimientos soberanistas que reclaman, dice, una democracia directa. Lástima, en todo caso, que estos comentaristas no conciban siquiera la aspiración a una democracia formal con separación de poderes y principio de representación de los ciudadanos mediante diputados uninominales de distritos elegidos a doble vuelta.