Desde el punto de vista humano celebramos que hoy algunos presos políticos venezolanos se hayan reunido nuevamente con sus familias. Es inenarrable el drama y las torturas que ellos y sus familiares han sufrido solo por protestar contra la dictadura y por la libertad en Venezuela. Varios de ellos con boletas de excarcelación emitidas desde hace más de un año por los mismos tribunales del Régimen y solo ahora salen en libertad.
La crueldad de esta circunstancia y el final de este episodio no nos puede eximir de analizar el contexto y las implicaciones que tendrán esas liberaciones. En primer lugar, se trata de una liberación que no busca reconciliar políticamente al país, es más bien un chantaje contra el resto de los venezolanos. Una amnistía general e incondicional de presos políticos, civiles y militares sí habría sido un signo material de intención de rectificar y reconciliar, pero eso sería demasiado esperar de la perversidad de los esbirros chavistas.
No fue un acto lleno de bondad la liberación condicional de estos presos, quienes además serán obligados a emprender una especie de proceso de reeducación, diseñado por la oprobiosa comisión de la verdad. Por si esto fuese poco, Delcy Rodríguez agregó que están previstas formas para “reparar” a las supuestas víctimas de las protestas.
Entonces es una libertad que no es tal. Los liberados tendrán toda suerte de vigilancia, régimen de presentación, y hasta clases para lavarles el cerebro y sacarles cualquier idea democrática de la cabeza. Privadamente, los custodios de los detenidos les dijeron que si de verdad querían ser libres tendrían que abandonar el país. Y aunque abandonar el país obligado por razones políticas tampoco es libertad, los custodios tienen razón.
Cada preso político que ha sido liberado en este contexto, responde a circunstancias muy específicas y pertenece a la lista de algún capo del Régimen. No voy aquí a adelantarme a juzgar el uso que cada uno hará de esta “libertad condicional”. La mayoría son dirigentes políticos y activistas sociales conscientes de la tragedia que vive Venezuela y de que la dictadura sacará provecho de sus liberaciones. Ellos tendrán que decidir si siguen en la política y la forma de hacerlo de aquí en adelante.
Sin embargo, sabemos que el Régimen tratará de usar la liberación misma de los presos y su libertad condicional para procurarse ventajas en dos escenarios: las negociaciones con la MUD y la protesta en la calle.
Con estas liberaciones, el Gobierno le permite a la MUD reclamar una supuesta victoria que será usada para justificar el reconocimiento de la Constituyente en las negociaciones de República Dominicana y, lo más grave, seguir jugando dentro de la legalidad del Estado chavista. Pero la forma en que el Gobierno lo hizo fue tan vulgar y humillante que difícilmente esto se pueda presentar como un triunfo de la causa democrática.
Por otra parte, es posible que varios de estos presos decidan tomar el camino que les ofrece la siniestra comisión de la verdad y se conviertan “voluntariamente” en los nuevos voceros de la ideología del Régimen: “Dentro de la legalidad del Estado chavista todo, fuera de ella nada”. Lo sabremos cuando algunos de ellos comiencen a actuar y se conviertan en fervientes defensores de la salida electoral o se presten, como lo hizo Yon Goicoechea, para pagar por su libertad condicional.
La diabólica estrategia de la dictadura es usar a la MUD y a algunos presos políticos liberados condicionalmente como portavoces de su agenda política para debilitar la lucha democrática. Esto llevará a falsas proclamas tales como “La salida no es la protesta en la calle sino la protesta electoral”. Esta narrativa solo es endosada por quienes se etiquetan como opositores pero en realidad colaboran, en forma voluntaria o involuntaria, con el Régimen para su legitimación y la de su perversa Constituyente.