Pues otra vez la idea de “la palingenesia de España” está en el aire, como lo dijo Azorín, el mejor cronista que ha dado (y en esta Casa) el periodismo español, en el 98, la generación nacida para combatir la frivolidad.
Con Mariano, que cree estar firme por estar nada más que alto, lo que tenemos delante es la apoteosis del Estado de Partidos disputando esquinas de influencia en nuestro bullarengue, en cuyas nalgas la palingenesia de España (“la regeneración”, para entendernos) resuena como los tres golpes que da la vara de San José en la puerta de los agonizantes.
¿Tienen ombligo los catalanes?
Esta pregunta estuvo de moda en tiempos de mi abuela, que al final presumía, la mujer, de haber vivido todos los gobiernos de Aristóteles: en sus formas puras (monarquía, aristocracia y democracia) e impuras (tiranía, oligarquía y demagogia).
Así que, en cuanto el parlamento de Cataluña declare uno de estos días la independencia, como ha prometido Junqueras, que donde pone el ojo pone el ombligo, otra vez a cambiar de régimen, y ya habría vivido uno la tiranía de Franco, la oligarquía de Suárez y la demagogia de lo por venir.
–¿Qué es el Tercer Estado? Todo –arranca el abate Sieyes (naturalmente, nada, ¡pero nada que ver con el obispo Blázquez!) su folleto célebre.
Dado que aquí de la Revolución francesa sabemos por las cenas de Tamara, digamos que ese parlamento catalán de Junqueras hace de Tercer Estado de Sieyes, cuyo genio constitucionalista, al pasarlo por el chino del cojonudismo hispánico que Junqueras tiene en la mano, produce una declaración de independencia a los cuarenta años, exactamente, de que Suárez, provisto del mismo cojonudismo “constituant”, arbitrara, un año antes de la Constitución, el birlibirloque autonómico de las “preautonomías” firmando el decreto-ley para el “Ja soc aquí” de Tarradellas en la Generalidad, donde, feliz, dice a Milián Mestre:
–¡Cony! ¡Quina Catalunya ens ha deixat Franco!