Abismo (foto: Mandeep Flora) La alternancia, el abismo En ese caminar que es el andar y el anduve por los años, los procesos de construcción y deconstrucción van paralelos, de tal modo que cosas obvias que han estado siempre delante de nuestros ojos han permanecido veladas a ellos, mientras que otras falseadas las hemos apreciado en toda su dimensión y, más allá, han sido los faros a los que se ha dirigido la mirada para construir los rumbos del navegar por estima. Pero nunca es bueno subestimar al enemigo, menos aún cuando se trata de una oligarquía consolidada. De tal manera, que en España la partitocracia operada por seis o siete individuos es capaz de jugar con las vidas de millones de personas quienes, cual partido de tenis, ora miran para allá ora miran para acá según la pelota, acerca de la que no tienen ninguna posibilidad de variar la trayectoria, pasa la red unas veces y otras veces la red no se deja pasar. No sé si en esta tierra hay zombies, pero sí que hay españoles. De modo que, llegado a este punto, saltarán violentos los botones de las camisas de aquellos que sin ver nada no admiten que se les diagnostique 'ceguera deseada' y se les encamine hasta la más próxima consulta de un oftalmólogo, no para imbuirles de ninguna ideología, no para ejercer un alevoso proselitismo, no para conducirlos por una trashumancia intelectual hacia la anarquía y el libertinaje, sino para que, solucionada la opacidad del cristalino, quede expedito el canal para que la pupila enfoque lo que tiene delante. Escuché un día a Don Antonio García Trevijano decir que en esta España mía, en esta España nuestra, se acusa inmediatamente de dogmático a aquel que, aún con análisis serio y rigor científico, no coincide con el pensamiento único, que es el único pensamiento que les encanta compartir a las masas. Así que seré dogmático para señalarles que en la coyuntura actual, el peligro más inminente con el que se enfrentan los ciudadanos es el aceptar eso tan feo de la alternancia -también denominada de manera más precisa aunque más vulgar 'quítate tu pa ponerme yo'- como la solución a nuestro desastre. Desastre porque me he cansado de hablar de crisis y porque cuando se emplea ese término todo el mundo piensa en economía, dejando de lado y olvidados los ejes y causas de lo que existe hoy por no corregir lo que tuvimos ayer. El páramo por el que vamos a pasear está sembrado por la ausencia de moral, una mina tan peligrosa como las anti –personas, porque destruye seres humanos y también sociedades. Dije que sería dogmático y lo seré: piensa el personal que piensa poco que la lamentable situación española –no la describiré ahora (es vox populi), pero sí señalaré que en 10-20 años ya se considera que estaremos a la altura de Filipinas o Malasia y claramente por detrás de Brasil, Corea del Sur, India, Turquía, México …- es atribuible en exclusiva al inútil Gobierno del señor Zapatero y su socias Rubalcaba, cuando la verdad es que ojalá fuera así. La coyuntura a la que ha llegado España, yacente sobre la amoralidad que comenté, no es más que una gran mentira gestada en la denominada Transición. Nada es lo que parece y las manipulaciones y embustes jamás son estáticos. Necesitan alimentar su pantagruélico apetito para poder crecer y reproducirse. De modo que situar las posibles o potenciales soluciones para un país descuartizado por la megalomanía y corrupción política, la estructura burocrática demencial y el robo descarado del dinero público, situar, digo, esas soluciones en un pendulazo que coloque al PP donde ahora está el PSOE es un auténtico suicidio social. Un suicidio en masa llevado bastante más allá de los publicitados casos de gurús y chamanes de la Norteamérica profunda. Sólo la desaparición de la oligarquía y el repugnante sistema partitocrático pueden abocar a cambios fundamentales. Lo demás son cantos de tenores huecos pero de bolsillos plenos. Meterse en cifras es un verdadero coñazo para el respetable –ya decía Molière que el público perdona el error pero no el sopor-, pero, como también soy músico, voy a echarle bemoles, sostenidos y armonías invertidas para referirme a la última encuesta del CIS sobre la intención de voto de los españoles. Señalando de entrada que mostrar 'intención de voto' no es más que declarar 'voluntad de seguir así'. Y que me lo discuta el que pueda. Los datos del CIS son tan espeluznantes, paradójicos, hilarantes, disparatados e incoherentes, que reflejan una España desquiciada donde los órganos de propaganda en su más amplia acepción han conseguido perforar cerebros para alojar en ellos, en este caso, una frase: “La izquierda no sirve, la derecha lo hará mejor”. Y dentro de cuatro años se cambian los sujetos, el verbo se hace alternancia y voto a tal que fenecemos. La encuesta: En estos momentos, la diferencia del PP sobre el PSOE es de 10 puntos en intención de voto (hace muy poco era del 7,5). Es decir, que aumentan los ciudadanos confiados en que la derecha nos sacará las castañas del fuego. Curiosamente, ni Rajoy ni Zapatero aprueban en la valoración de los españoles (3,27 y 3,3 sobre 10). Impresionante: los ciudadanos, de uno y otro bando, piensan votar a líderes que desprecian. Que baje Dios y lo vea: Un 80,7 por ciento de los encuestados dice que el presidente del Gobierno le inspira "poca" o "ninguna" confianza, mientras que en el caso del líder del PP este sentimiento llega al 78,8%. ¿Para qué perder más tiempo con dígitos que deberían caer de inmediato en los contenedores de basura en vez de ir a los despachos para construir estrategias en los que los ciudadanos ni siquiera son convidados de piedra sino perenne ausencia? Vivimos unas horas, unos días, viviremos unos meses y las mentes ciudadanas, que no tienen otro camino que la abstención activa para desmontar una farsa de más de 25 años, siguen entrando ciegas, emboladas y embobadas, a las muletas que salen de las secretarías generales de los partidos políticos que han secuestrado la soberanía popular. Así que no me queda más remedio que volver al dogmatismo: cualquier tipo de voto será un 'sí' a un sistema político, no sólo corrupto, sino ineficaz. Cosas veredes, amigo Sancho. Siempre he sido partidario de trabajar lo cercano para llegar a lo universal. De igual modo, he abogado en muchos foros porque el ser humano asuma una conciencia de especie que cambió por la soberbia. Así que termino con unos datos escalofriantes que jamás podremos cambiar si no conseguimos que en nuestro derredor se marchite la inmoralidad y crezca la libertad y la honestidad. Según el Banco Mundial, la actual crisis económica y sus antecedentes ha sumido a 64 millones de personas en la pobreza más severa (menos de 1,25 dólares al día para vivir). Han dejado de percibir como ayuda más de 11.600 millones de dólares. En 2009 murieron más de 30.000 bebés en el África Subsahariana. Los españoles, ajenos y torpes, juegan con la margarita envenenada. Con el sueño eterno que les brinda la oligocracia: la alternancia salvadora. Zapatero y Rajoy. ¿Me quiere?¿No me quiere? Tremendo.