Al igual que únicamente se indigna quien desconoce la causa de su indignación, sólo puede sorprenderse quien ignora el origen y desarrollo lógico de los acontecimientos. En este caso, que quien se aparta voluntariamente de la obra para la acción de Don Antonio García-Trevijano funde primero una asociación distinta a la creada por éste, supuestamente para su desarrollo y consecución de la libertad política, y finalmente participe en los comicios de la partidocracia a través de un partido, no es en absoluto sorprendente. Más al contrario, era algo esperado por muchos, incluso por escrito se adelantó, obteniendo desabrida respuesta y acusaciones de sectarismo.

Resulta paradójico que entonces se tachara de sectarios a quienes lo vaticinaban cuando ahora, tras el desenlace de los hechos, esos mismos se ponen en primer tiempo de saludo asumiendo el nuevo argumentario como si siempre hubiera sido él mismo.

Eso no justifica el penoso espectáculo del maravilloso mundo de los youtubers de la política monetizada despellejándole. No es justo ni de recibo y sólo se explica por la defensa de la cuota de mercado correspondiente. O claro, que se hubieran tragado, como muchos de los groupies del candidato, que éste fuera de verdad un apóstol del pensamiento de García-Trevijano, lo que ahora se demuestra que es rotundamente falso, reconociendo incluso que, de vivir, éste reprobaría su decisión. Esto último tampoco les dejaría en muy buen lugar, en tanto descubriría que desconocen la obra del insigne tribuno.

Al contrario, la iniciativa del señor Gisbert lejos de criticada debe ser bien acogida, ya que por fin muestra a las claras que no es discípulo de Trevijano ni participa de sus ideas, sino que tomaba parcialmente algunas de ellas y su nombre como argumento ad auctoritate para un proyecto político particular.

A partir de ahora resultará imposible decir que el camino asociativo y de partido que con ambivalencia sostiene sirven al mismo fin que persiguen los partidarios de las ideas del ilustre jurista granadino, agrupados en torno a su Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional.

De ahora en adelante no habrá ya posibilidad de asimilación ni de confusión de buena fe. A partir de ahora ya no hay excusas. Nadie podrá decir que se persigue lo mismo «pero de otra manera» ni que el fundamento es el pensamiento de Trevijano. Sólo queda aclarar la confusión hasta ahora generada por la deformación de la verdad política y filosofía de la acción en aras al incremento de una masa de «followers» empapados más de YouTube que de lecturas, la mayoría de buena fe y ávidos de actuar aun sin saber cómo y hacia dónde.

No será posible nunca más asimilar la acción con el activismo, ni la oportunidad con el oportunismo. Ya no, y es de agradecer. Sólo queda pedir que de una vez quienes así piensan se bajen de los hombros del gigante intelectual que les sirvió de trampolín para que sigan su camino sin entorpecer el emprendido hace años por éste y los partícipes de la libertad política, que de esta forma se ha visto retrasado no menos de diez años. Porque del error se sale, pero de la confusión es mucho más difícil. Y la herencia de este nuevo partido es una legión de confundidos.

Ya no hay excusa. Las diferencias entre el reformismo y la ruptura están marcadas. Y no por una cuestión de estrategia, sino de principios, de fundamentos, de fines, de pensamiento y de acción.

Esta iniciativa de partido del presidente cesante de una asociación que asiente o consiente con su fundación como algo natural, debe ser aplaudida, pues con la misma demuestra, si no se cae en la esquizofrenia severa, que el MCRC es el único instrumento para la acción que sigue el pensamiento de Antonio García-Trevijano. Y que quien se separa de ese instrumento para la acción es porque no está de acuerdo con ella. Se ratifica así que las diferencias con Trevijano y sus seguidores de la primera hora no han sido ni son personales sino políticas, tal y como siempre ocurre cuando en este campo se actúa. Así fue en vida de éste, apartando de sí a temerarios e impertinentes, estando ahora ante las lógicas consecuencias.

Por tanto, la simpatía o comprensión con aquello que choca frontalmente con la doctrina de nuestro maestro por quienes invocan su nombre, delata la impostura y marca la diferencia sirviendo como prueba del algodón para diferenciar a los repúblicos de los falsos «trevijanistas», palabra de la que renegó siempre el propio Don Antonio.

A los desencantados, los que superado «el fenómeno fan» han necesitado de esta demostración para caerse del caballo, siempre tendrán abiertas las puertas de la casa de la República. El MCRC les acogerá con los brazos abiertos.

3 COMENTARIOS

  1. Hay que salvaguardar la unidad de España y transformar esta Monarquía borbónica dentro de un Estado de partidos y de autonomías en democracia.Estos dos objetivos tiene dos adversarios:los partidos estatales e independentistas.La dificultad de la libertad política está como siempre,en los medios de comunicación fabricadores de opinión pública desde arriba.El freno a la transformación está,como siempre,en los grandes grupos financieros.Para que exista igualdad antes tiene que haber libertad.

  2. La situación política no puede seguir esperando la deslegitimación para la soñada ruptura… se precisa acción inmediata para dar a conocer la propuesta de Gisbert. Un caballo de Troya dentro de una partitocracia que no puede ofrecernos más que corrupción.

  3. Sí claro, más whisky para quitarle la resaca al alcohólico. Otra paliza a la maltratada, otro caballo a la recua sin control.

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