Las medidas concretas tomadas por el Gobierno de Mariano Rajoy en sus primeros cien días de Gobierno arrancaron el 30 de diciembre de 2011. Y han sido una decepción total. Nada de acabar con los 34.000 millones de euros tirados en duplicidades entre Administraciones; nada de cerrar, como había prometido, el 50% de las empresas públicas, creadas para colocar a familiares y amigos -casi 500.000– y ocultar deuda y corrupción, un ahorro de 20.000 millones; nada de cerrar Diputaciones inútiles, que hasta Rubalcaba había prometido eliminar, pero como Rajoy controla casi todas y tiene decenas de miles de enchufados en ellas, pues no le da la gana, 22.000 millones; nada de concentrar ayuntamientos eliminando 4.000 de ellos, 10/12.000 millones; y por supuesto, nada de cortar subvenciones –12.000 millones–, televisiones, embajadas, coches oficiales o los más de 80.000 políticos – el triple que Alemania-, buena parte corruptos y con privilegios escandalosos. Resulta obsceno que algunos analistas digan “no sé que más pueden hacer”. Pues todo, porque ni siquiera han empezado.
Y en lugar de entrar en el núcleo del despilfarro y la corrupción, el Sr Rajoy, dando un giro de 180 grados a sus promesas de no subir impuestos “porque es letal para el crecimiento y el empleo”, aprobó la mayor subida del Impuesto sobre la Renta de nuestra historia. Más un pequeño recorte de gasto necesario, no despilfarro, de 8.900 millones de euros, que en la práctica se verá reducido, mientras que la subida de impuestos se verá muy mermada por la recesión. Estas subidas no han funcionado en ninguna parte; no han funcionado en Grecia, donde los ingresos fueron menores y no mayores, o en Gran Bretaña, donde la subida de impuestos a los “ricos” redujo los ingresos en esta categoría. Ya veremos si los ingresos bajan en lugar de subir, pero de momento partamos de los 14.900 millones anunciados urbi et orbe y que la mayoría de medios dio por buenos sin analizar nada.
Porque ocurre que a la vez de recortes de gasto/subidas de impuestos, se produjeron subidas de gasto/bajadas de impuestos que, digo yo, habrá que restar para saber cuál es el efecto neto. ¿Y de qué estamos hablando? La revalorización del 1% de las pensiones -120.000 millones- supone 1.200, muy por debajo de la promesa de Rajoy que era compensar la inflación, que fue del 2,4%; caída de ingresos por la reimplantación de la deducción por vivienda, 1.500 millones. Y una cifra difícil calcular, las reducciones del Impuesto de Sociedades, pero que la asociación de técnicos de Hacienda (GESTHA) estimó en 9.000 millones, en conjunto 11.700 millones menos. Por tanto, el efecto neto sería de 14.900 menos 11.700. ¿Total? 3.200 millones. Y el más probable habida cuenta la menor recaudación, menos de 1.000. ¡Y para ese viaje, D. Mariano incumplió su promesa estrella de bajar impuestos aplastando a la clase media!
La Ley de Estabilidad Financiera o la consolidación del desastre
La segunda gran actuación fue la Ley de Estabilidad Financiera. Se suponía que esta Ley iba a prohibir a las AAPP gastar más de lo que ingresaran de inmediato dada la situación de quiebra de más de la mitad de ellas. Pero nada de eso sucedió. En lugar de aprovechar este hecho para hacer un recorte drástico del despilfarro que está destruyendo España, el Sr. Rajoy, con una irresponsabilidad inaudita, afirmó que no dejaría quebrar a ninguna CCAA ni Ayuntamiento, y acompañando la acción a la palabra decidió entregar de inmediato 15.000 millones de nuestro dinero, para cubrir los gastos más inmediatos y pagar a proveedores. A los despilfarradores superendeudados les vino Dios a ver: todos los programas de austeridad que tenían en marcha quedaron pospuestos o reducidos. ¿Para qué recortar nada si Rajoy les daba el dinero?
Por supuesto, estos manirrotos se fundieron íntegros los 15.000 millones en pagar sus sueldos y mantener los chiringuitos, y para pagar a proveedores no quedó ni un euro. Pero Rajoy, inasequible al desaliento -¡si será por dinero! –, les dio otros 35.000 millones para ello. Está por ver cuánto irá a proveedores y cuánto a ellos. Y no contento con tal cúmulo de despropósitos, D. Mariano entró en una espiral de demencia total: les dijo que podían gastar como les vinera en gana porque “Gobierno y PP respetan la total autonomía económica y política de las CCAA”, es decir, renunciaba a intervenir en la correcta asignación de los dos tercios del gasto de la nación, algo inaudito en el mundo. Y para acabar de completar el desastre, la Ley prevé que las AAPP reduzcan su nivel de gasto a su nivel de ingresos en… ¡2020! Es imposible acumular tal cantidad de disparates en una sola tacada.
La no reforma del sistema financiero y la medio reforma laboral
El consenso de los mercados hoy es que la mitad del sistema está quebrado. Y de nuevo el Sr. Rajoy, en un ejercicio de voluntarismo suicida, en lugar de cerrar lo inviable decide que no dejará quebrar ninguna entidad y que nadie responderá de nada, aunque tenga que expoliar hasta el último céntimo a los españoles. La cifra dada de necesidades de capitalización, 50.000 millones, era irrisoria, porque el problema ya no es solo el crédito promotor, hemos entrado en una nueva fase de desplome económico donde ya nadie paga a nadie. Ya no son solo promotores, ahora son todo tipo de créditos, hipotecas, consumo, pymes, todos sin excepción.
La reforma ignora esta realidad y se limita a los promotores, como si estuviéramos en 2010. Se está destinando un dinero ingente que España no tiene a mantener lo insostenible, y como era previsible, el mercado no se lo ha creído: las cotizaciones de los bancos se han desplomado desde entonces y la bolsa española es la que peor se ha comportado, con diferencia, de todo el mundo. Como dice el WSJ, hay 1,5 millones de casas sin vender – 2,5 en realidad – lo que equivaldría a ¡15 millones en EEUU, donde hay 2,4 millones! ¿Cómo van a salir de esta realidad? Y la reforma laboral se ha quedado a medias; no creará un solo puesto de trabajo, y mantiene las escandalosas subvenciones a los depredadores de UGT y CCOO.
Y Rajoy enloquece: desmantela España y da más dinero a las CCAA
Después de tres meses de espera que han sido letales para la economía y la confianza de los mercados, Rajoy ha presentado unos PGE-2012 que sentencian definitivamente a la nación española, sacrifica el gasto productivo para mantener el gasto corriente, y lo que resulta un escándalo, mantiene íntegro el despilfarro. En lugar de recortar transferencias a los responsables de nuestra ruina –que dilapidan 302.000 millones de los cuales solo 100.000, desastrosamente gestionados, son Educación y Sanidad, que si fueran recuperados por el Estado nos ahorraríamos unos 20.000 millones y su calidad subiría sensiblemente– las incrementa un 30% mientras recorta drásticamente la asignación a lo que queda de España, que ya solo dispone de 65.000 millones. Los Servicios Públicos Básicos (Justicia, Defensa, Seguridad Ciudadana y Asuntos Exteriores) se ven reducidos a 17.909 millones, ¡menos de la mitad que Cataluña!, el 1,7 % del PIB, lo que nos sitúa a la cola de Europa y con carencias inaceptables en todas ellas.
Además, las cifras esenciales son de un voluntarismo suicida. ¿Cómo es posible que las prestaciones por desempleo se reduzcan un 5,5%, si prevén 630.000 parados más? ¿Cómo es posible que si la deuda pasa del 68,5% del PIB al 79,8%, un 14% más – la deuda real de España, sumando la no computable, los avales a bancos y empresas y a la UE, es del 130% del PIB- y los intereses de la deuda que se renueva más la nueva -185.000 millones – son mucho más altos, la carga de la deuda crezca solo un 5,3%? ¿Cómo es posible afirmar que la Seguridad Social, que cerró 2011 con un déficit de 995 millones, que ya ha perdido 198.000 cotizantes en el primer trimestre, y perderá no menos de 700.000 a lo largo del año, cierre 2012 con déficit cero? Y luego los ingresos por impuestos que estiman van a caer van a caer un 17% y piensan compensarlo con las subidas –12.314 millones-, pero la experiencia muestra que no se conseguirá ni la mitad de esa cifra, así que vayan preparándose para la subida del IVA. “No había alternativa” dirá Rajoy con toda su barba.
Pero no solo han sido los impuestos estatales, los PGE habilitan a las CCAA a gravar adicionalmente las gasolinas y los gasóleos, y después de haber subido el IBI a las nubes, hasta un 230 % en algunas localidades, ahora cuando el precio de las viviendas ha caído un 30% desde máximos, y va a caer otro 20% de media, Hacienda prevé elevar el valor catastral de 4,2 millones de viviendas en 2012, lo que constituye un nuevo y brutal expolio a la clase media, para poder mantener el despilfarro autonómico. Si el valor de una de cada cuatro viviendas es ya inferior a la hipoteca pendiente, ¿cómo van a poder pagar los IBI? Estamos en manos de salteadores de caminos.
En definitiva, las grandes esperanzas despertadas por la victoria de Rajoy se han demostrado completamente infundadas. Tratar de mantener un modelo de Estado inviable y absolutamente corrupto a costa de la economía productiva y de la viabilidad de España como nación, entra en el terreno de la demencia absoluta. Sus disparates han convertido a España en el gran problema de Europa; llevado la prima de riesgo por encima de los 400 puntos, el nivel teórico de intervención; empobrecido gravemente a las familias, y endeudado al país más allá de sus posibilidades -60.000 millones en tres meses-, siendo además la banca española, con el dinero del BCE, casi la única compradora de deuda, mientras la extranjera no para de vender la suya. Si el dinero del BCE se acaba, y está a punto de ello, la intervención es inevitable y la quiebra de la mitad de los bancos también. Creo, como Roubini, que España estará como Grecia a mediados de 2013.