Los ideólogos de Ciudadanos (C’s) han cogido una perra, que es como la perra de Darwin, una terrier con la que justificó todas sus ocurrencias sobre el origen del hombre.
–¿Religión? No tiene usted más que observar a mi perra –resume su escarnio antidarwinista Tom Wolfe.
En C’s han cogido la perra contra la Nación. “C’s nació para plantar cara al nacionalismo –tuitea su portavoz–. El nacionalismo es una ideología destructiva que ha causado un inmenso sufrimiento”.
Los ha vuelto locos Macron, que en la fiesta del armisticio soltó aquellos disparates de viva la patria (a salvar la Madre Patria –¡la patria macroní!– llamó el muy internacionalista Stalin cuando los alemanes se le colaban en casa como chinches) y muera la nación… ¡en el país que la inventó! Porque cuando la cabeza de Luis XVI rodaba en la guillotina el pueblo no gritó viva la república ni viva la masonería o el Centro; gritó… ¡Viva la Nación! ¿Qué se conmemora en la fiesta del armisticio, sino la victoria de los estados-nación sobre los estados-fuerza o estados de presa?
–La nación está formada más de muertos que de vivos –en palabras de León Duguit (que arruinan cualquier broma con el inexistente “derecho a decidir”).
En la democracia representativa (América) está bien claro desde el juez Marshall que la Nación legisla y que el Estado ejecuta, con lo cual, si nos quitamos la Nación, ¿qué nos queda? Pues un liberalismo de Estado, como propone C’s. ¡Partidos (más) de Estado! ¡Pactos de Estado! ¡El derecho como creación del Estado! ¡La suprema necesidad de la fuerza (Macht) para el Estado! ¡Alemania! O sea, el estatismo de presa.
Con la perra que contra la nación ha cogido nuestro liberalismo de Estado, si queremos seguir viviendo en grupo y la nación, residencia de la soberanía desde la Declaración de Derechos del 89, ya no nos vale, deberíamos elegir, por orden cronológico, horda, familia, o ciudad. Es decir, el sindicato, la familia y el municipio de toda la vida. Que algo de todo esto hay.