Sabemos a día de hoy que en Europa, salvo honrosísimas excepciones como Suiza, no existe la democracia formal entendida como la que cumple las dos premisas básicas de la representatividad de los ciudadanos electores y la separación de poderes en origen. Conocemos que tras la II Guerra Mundial, de las cenizas humeantes de una Europa arrasada, los Estados Unidos de América y sus aliados decidieron reunir a los políticos supervivientes, mediocres en su mayoría, y les ofrecieron el poder a través de la formación de regímenes partidocráticos que integrarían pseudodemocracias con legislaciones electorales proporcionales que dejaban sin representación a los sufridos supervivientes de la guerra. Aceptada esta forma de organización política partidocrática bien por falta de intelectuales críticos, bien por el agotamiento de la ciudadania después de la guerra, se opera el aislamiento de la sociedad civil superviviente al no haber un mediador entre la misma y los órganos de poder estatales que no son otros que los partidos políticos. Quedan así integradas las masas en el Estado y deshauciada la democracia de Europa. El continente sufre además la vergüenza en la posguerra de la creación del Telón de Acero y el aprisionamiento de países soberanos bajo el yugo del estalinismo soviético después de la firma del Pacto de Varsovia, en forma de Repúblicas Polulares.
Una vez demostrada la inviabilidad del régimen soviético en 1989 y retornada la independencia a los países satélites de la Unión Soviética, deviene un tránsito de aquellas Repúblicas Populares que se autodenominaban ¨democráticas¨ a regímenes de libertades individuales basados en corruptas economías de corte capitalista. El paso pacífico aunque psicológicamente traumático de los regímenes de economía planificada a regímenes de libre mercado se articula convirtiendo a los ex dirigentes de la llamada ¨Komuna¨ en propietarios , presidentes y directores de las antiguas empresas estatales, y enriqueciéndolos de manera grotesca. Una vez suavizada la orgía de enriquecimiento muchos de aquellos oligarcas oportunistas, ávidos de priviliegios, de poder y de dinero, se integran en la partidocracia socialdemócrata con todo lo que ello implica en el uso de la demagogia y el retorcimiento y sesgo de la terminología política para el ejercicio de la propaganda y la manipulación de unas masas que creen vivir por fín en verdaderas democracias.
Muchos de esos oligarcas tienen un pasado bastante oscuro , sin embargo su habilidad por adaptarse al cambio y su falta de escrúpulos les han permitido pisar las alfombras rojas del poder . A lo largo de los 90 y hasta bien entrado el primer decenio del nuevo siglo unos han constituido una élite política desvergonzada, abominando del marxismo -leninismo de la noche a la mañana, haciéndose ¨hombres de negocio ¨socialdemócratas, y otros etiquetándose como conservadores liberales o democristianos, se han inventado un pasado heróico y se han transfigurado en luchadores por la libertad. Pero lo que une a unos y otros es el consenso que reparte el antiguo poder totalitario de Partido Único en dos o tres partidos de manera fraccionaria y que conserva a traves de las correspondientes cuotas de poder el dominio y reintegra a las masas en el Estado como en tiempos del Partido Único.
Al final, todo ha cambiado para que nada cambie a ambos lados del Telón de Acero, en una Europa en la que la sociedad civil no puede decidir sobre su destino, al estar secuestrada su representación por siniestros personajes priviliegiados del ayer y vividores del hoy (los¨aparatchniks¨) que se han mantienen en puestos políticos bien importantes del Estado. De la Falange al PSOE, de ser dirigente del Partido Comunista de Polonia a defender la instalación del escudo antimisiles de la OTAN, de la Presidencia del Gobierno para no hacer nada al Consejo de Estado para seguir sin hacer nada, de rascarse la barriga en el Ministerio a seguírsela rascando en Parlamento Europeo…Los ejemplos son numerosos, los oligarcas de la partidocracia disfrutan del poder y cambian de chaqueta y de institución sin inmutarse.
En Polonia, el mismo Leszek Miller (Primer Ministro entre 2001 y 2004) fue nombrado Secretario del Comité Central del Partido Único –Comunista- por el General Jaruzelski, quién declaró el estado de excepción en 1981. Años más tarde me lo he encontrado en el hotel más caro de Varsovia explicándole a una reportera frente a una cámara de televisión las bondades de la socialdemocracia, la libertad y la justicia.
Aleksander Kwasniewski, Presidente de la República de Polonia entre 1995 y 2005 y antiguo lider comunista, mutó en defensor del liberalismo y de la OTAN a través de un reformismo que le permitió situarse desde un polo político al contrario sin despeinarse, aún habiendo sido acusado de colaborador con la policía secreta comunista, la ¨Służba Bezpieczeństwa (SB)¨.
Otro héroe como Lech Wałęsa, Premio Nobel de la Paz, también ha sido acusado de colaborar en el pasado con la SB bajo el nombre en clave de ¨Agente Bolek¨ en un libro que ha sido publicado con fondos procedentes del Instituto de la Memoria Nacional, dedicado a aclarar entre otras cosas las agresiones de los regímenes nazis y comunistas contra Polonia. Aún no ha conseguido demostrar su inocencia y su imagen pública ha quedado muy dañada.
En definitiva, de manera paralela a como en España se hizo una Transacción (que no Transición) de un régimen totalitario de corte fascista a una oligarquía de partidos, en Polonia y otros países del Este se hizo una transacción de regímenes totalitarios de corte comunista a las subsiguientes oligarquías de partidos, integradas por antiguos elementos de los regímenes anteriores, todo para que siga sin haber democracia en la práctica totalidad de Europa.
José María Alonso
Varsovia