Quienes aún no han reflexionado lo suficiente, teniendo obligación de hacerlo, sobre la naturaleza del Estado de Partidos, llegan a hacerse preguntas, a realizar peticiones o simplemente a incursionarse en terrenos donde deberían moverse con más soltura y con una mano lo bastante firme como para que no se les caigan de las manos su pensamiento de cubertería.
En el diario el Mundo, de ayer 11, Santiago González en un artículo titulado Nota de prensa, luego de hacer referencia a una declaración a la nación del presidente norteamericano de la película El Informe Pelícano, comenta que dado que Rajoy prometió solemnemente en Punto Radio que le metería la tijera a todo menos a pensiones , Sanidad y Educación y que “ Romper una promesa tan categórica exige buenos motivos, que los hay, y explicar a la peña ( genial lo de la peña) cómo está el patio “ . Concluye que con tales antecedentes:
“ Hacía falta un discurso a la nación. Una comparecencia extraordinaria ante el Congreso…”
Con lo que demuestra el comentarista que no ha comprendido aún el Sistema Político Español, o que miente habiéndolo comprendido, o que no le conviene comprenderlo para poder seguir así sin enseñarles nada a sus lectores, excepto su parco ingenio, al equiparar como posibilidades iguales de plausibles o necesarias el discurso a la nación y la comparecencia ante el Congreso.
El presidente del gobierno Español no puede legítimamente dirigirse a la nación porque no ha sido elegido por ella; sí puede en cambio comparecer ante el Congreso que es el que lo ha nombrado, luego de que todo se haya preparado para que lo haga ( listas de partidos ).
Llamar con el mismo nombre, homonimia, a sistemas políticos diferentes lleva a esta perturbación del pensamiento.
Si el presidente de la democracia norteamericana, por ejemplo, se dirige a toda la nación estadounidense en un discurso, lo hace porque tiene toda la ley y toda la legitimidad para hacerlo. Ha sido elegido en unas elecciones presidenciales.
Como el periodista cree que el sistema español es homologable al norteamericano porque lo llama con el mismo nombre, democracia, piensa que lo es al modo norteamericano, cuando sólo tienen en común el nombre. El nombre de conveniencia. La homonimia, utilizada aquí como estratagema para vencer la inteligencia del contrario, en este caso el pueblo español, que engañado por el artificio de las palabras puede creer que está en una democracia y que por lo tanto su presidente tiene todas las de la ley para dirigirse a la nación.
Sin embargo, es probable que lo haga cuando sea el presidente de un gobierno de Coalición. Entonces en nombre de la partidocracia se dirigirá al pueblo español para decirle:
Sólo os queda la dictadura o la auténtica democracia. Ahí os quedáis, pobretones.
Zoilo Caballero Narváez