La pasada semana un lector me envió una cita escrita en los años 50 por la escritora y filosofa rusa Alisa Zinivievna Rosembaum, más conocida por su seudónimo de Ayn Rand, una ferviente antisocialista y anticomunista que consideraba ambas ideologías formas abominables de opresión. Rand emigró a EEUU porque “este era el único país donde podía sentirme totalmente libre para escribir y opinar”. La cita parece pensada y dirigida para España, aquí y ahora.

Cuando advierta que para producir usted necesita obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye no hacia quienes trafican con bienes, sino con favores;  cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y la influencia política y no por el trabajo, y que las leyes no lo protegen contra ellos, sino que, por el contrario, son ellos quienes están protegidos contra usted; cuando repare en que la corrupción es recompensada y la honradez es un autosacrificio, entonces usted podrá afirmar, sin temor a equivocarse, que su sociedad está condenada”.

Todos y cada uno de estos hechos se dan en grado superlativo en la España actual. El dinero no fluye hacia la economía productiva, la corrupción es recompensada, el enriquecimiento procede de la influencia política y la ley protege a los corruptos mientras los ciudadanos, engañados y arruinados, se encuentran indefensos. No tanto si están dispuestos a actuar, porque, a pesar de todo, hay una mayoría de jueces honrados, aunque delitos clamorosos sean sobreseídos o se indulte a los poderosos. Y, mientras, Rajoy improvisa una chapuza por semana; la del viernes, 30.000 millones de provisiones para la banca, no da ni para pipas. La gente se quedaría horrorizada si supiera cómo deciden sobre sus vidas: todo improvisado el jueves, sin analizar nada, sin cifras certeras, sin diferenciar solventes de insalvables, cambiando de opinión cada hora, sin tiempo (“denegado, mañana como sea”)… una chapuza de república bananera.

Spain´s plan fails to convince”, dijo el FT en su portada. “¡Basta!”, dijo Lex en su influyente columna, “los bancos españoles son maestros en el engaño… el país ha desperdiciado otra ocasión de oro, el gradualismo no va a ninguna parte. Hasta que no hagan una reforma seria, los inversores permanecerán fuera”. La gran banca ha salido en tromba diciendo que cumplirán sin problemas. ¿Cómo no?, ¡si son ellos quienes han puesto la cifra! De Guindos ya no se fía del BdE. ¿Y cuánto dinero público se ha enterrado? Para empezar, 15.000 millones, la suma de tasas y copago en Sanidad y Educación, más la subida del IRPF, solo para salvar bancos que deberían ser cerrados. Es disparatado, es inmoral.

De cómo han estafado a cientos de miles de ahorradores

Empecemos por Bankia, “el gran banco de la nueva banca”, el del “Hágase banquero”, una entidad que con la colaboración de la CNMV, el BdE y el Gobierno de Zapatero consiguió, como señala FT, “lo que ningún otro banco europeo hubiera podido, obtener 3.300 millones de euros de capital en medio de una crisis brutal” y que ha acabado como era perfectamente previsible: llevando a la ruina a cientos de miles de pequeños ahorradores. Primero les engañaron con el folleto de salida a bolsa aprobado por la CNMV, que como el BdE, sabía que varias de las cajas que se integraban estaban quebradas pero calló. Los cientos de miles de estafados pueden y deben organizarse y litigar contra todos ellos. Y contra un Gobierno que promovió esta y otras medidas análogas, como Banca Cívica, CAM, CCM, Caixa Cataluña, etc. Por cierto, ¿a cuánto ascendió el gasto publicidad y cómo se seleccionó a la agencia que lo hizo?

¡A los tribunales ciudadanos! Formen sus agrupaciones, contraten buenos abogados y vayan contra la nueva tiranía, luchen sin tregua contra los bancos, la CNMV y BdE que les han arruinado. Ganarán. La razón y la ley están de su parte

Como explicaba el jueves en este diario Enrique Utrera, los directores de sucursales aseguraban que “las acciones tendrían una rentabilidad por dividendo del 7 %, y que el valor de la acción iba a tener una fuerte revalorización”. La CNMV permitió además un cambio de las reglas del juego en el sistema de prorrateo, lo que perjudicó gravemente a los inversores. Y hubo mucho más: al engaño se unieron ciertas prácticas cercanas al chantaje. El modus operandi, empleado en este caso no solo para colocar acciones, sino también en la colocación de preferentes y bonos patrióticos por muchos bancos españoles, es el siguiente: los jefes de sucursal llamaban a clientes con líneas de crédito para decirles “Mire don Fulano, tenemos este producto fenomenal, acciones en este caso, y tiene usted una línea de crédito de (por ejemplo) 10 millones. Si quiere que le mantengamos la línea debe usted comprarnos un millón de euros en acciones -el 10 % de la línea de crédito era la cifra habitual- y si no lo hace tendremos que rescindírsela”.  Solo podían aceptar.

Los accionistas han perdido el 45% de su dinero en 9 meses. Ninguna institución extranjera compró porque, como decía FT, “había demasiadas banderas rojas”, que la CNMV, el BdE y el Gobierno conocían y ocultaron a los ciudadanos. Y no son solo los accionistas… ¿qué pasa ahora con decenas de miles de pequeños ahorradores que compraron, engañados, preferentes porque era el “seguro de sus ahorros” y ahora ni pueden venderlas porque no hay mercado ni recibirán intereses en años? Ningún banco pagará este año intereses a las preferentes. Y, mientras tanto, los sueldos de los de los consejos y de los gestores han sido escandalosos: 25 millones en Bankia, 4,5 en BFA, los de Cívica tenían cada uno tres secretarias en Madrid, y otras tres en Sevilla y Pamplona, varios coches, visas oro y sueldos millonarios. Menos mal que estaban quebrados.

“La destrucción de valor producida por Bankia es inmensa”, afirmaba el jueves FT. Y el problema ya no es solo Bankia, alcanza a todo el sistema, incluidos los más grandes. Por ello, y parafraseando La Marsellesa,  “aux armes citoyens! Formez vos bataillons! (…) Contre nous de la tiranie!”. Lanzo desde aquí una llamada muy clara: ¡a los tribunales ciudadanos! Formen sus agrupaciones, contraten buenos abogados y vayan contra la nueva tiranía, luchen sin tregua contra los bancos, la CNMV y BdE que les han arruinado. Ganarán. La razón y la ley están de su parte.

“¿Por qué banqueros, reguladores y Gobierno mienten?”

Sin embargo, Bankia no es la excepción. “Su ceguera, su incapacidad para abordar los problemas y su negación de realidad”, en palabras del WSJ, es regla de conducta de la banca más prepotente y politizada de Occidente. Era también la pregunta -el ladillo que precede a este párrafo- que se hacía FT sobre España. No se comprende bien como, habiendo perdido toda credibilidad desde Nueva York a Shanghai, desde Londres a Frankfurt, banqueros y Gobierno siguen mintiendo y aplazando las medidas necesarias. ¿Cuál es el fin? Ya no engañan a nadie, excepto a los españoles, gracias a su control aplastante de los medios. Sirve al Gobierno, aunque temporalmente, porque si ha perdido 4 puntos en los meses de gracia, ¿cuántos perderá en un año? Pero, ¿qué ganan los bancos con la ruina de España, a la que tan irresponsablemente han contribuido, con los mercados cerrados y sin credibilidad alguna? Esperan un milagro, pero ellos mejor que nadie saben que no existen en su negocio.

En mayo de 2006, los inspectores del Banco de España en un documento de cuatro folios advirtieron al gobernador y al Gobierno de los gigantescos desequilibrios que se estaban produciendo en el sistema financiero. También de la necesidad de atajar los mismos utilizando las atribuciones del BdE como regulador, antes de que se produjera una catástrofe. MAFO, Solbes y los grandes banqueros no solo hicieron caso omiso del aviso, también negaron que hubiera problema alguno. Solbes lo resumió así: “Cuanto más se endeudan las familias más ricas son, porque los pisos nunca pueden bajar de precio”. En EEUU Solbes y MAFO habrían ido directamente a la cárcel. La banca española es, en estrecha colaboración con la casta política, la causa de la ruina de España. Si hubieran hecho caso al SOS de los inspectores, la crisis jamás hubiera llegado a este punto.

Y dónde estamos hoy realmente. Bloomberg lo resume así: el Gobierno ha pedido a los bancos incrementar sus provisiones en otros 30.000 millones, hasta 130.000, menos de la mitad de crédito promotor -¿el 7,5% de los activos del sector es todo el problema?- ¿y qué pasa con los 1,4 billones de euros de deuda hipotecaria y corporativa? Para ello, la banca deberá incrementar nueve veces la cifra pedida, 270.000 millones hasta un total de 370.000 millones en que la media del mercado estima hoy el agujero del sistema financiero. “El Gobierno español infravalora gravemente las pérdidas, va siempre varios escalones por detrás”. Y concluye con un lapidario “There´s no way out for Spain”. El sector ya no podrá ser capitalizado sin ayuda externa.

Y lo más importante, ¿a cuánto ascenderá el expolio de dinero público? A decenas de miles de millones. Es inmoral, es “una injusticia bestial”, como denuncia Cáritas, rescatar bancos con dinero público mientras la pobreza y el paro crecen exponencialmente. Y, sin embargo, la solución es clara: salvar solo lo salvable, capitalizar los pasivos, los accionistas y bonistas lo pierden todo, excepto los pequeños accionistas en un límite prefijado -aparte de que, como he explicado, pleiteen contra el banco, el BdE y el Gobierno- y los acreedores se quedan con el banco, es decir, recuperan lo que buenamente puedan. Los que no tengan accionistas (CAM, Caixa Catalunya, etc…) se garantizan los depósitos inferiores a 100.000 euros y al resto lo que quede. Los acreedores lo pierden todo por su insensatez.

Que bancos o inversores insensatos que han hecho préstamos insensatos pierdan su dinero no provocaría ningún pánico bancario, como dicen algunos analistas, sucede en todas las crisis, han perdido el 80% en Irlanda y no pasa nada. Lo que no puede ser es cargar el coste de salvar a ineptos, corruptos y acreedores irresponsables a un país empobrecido en riesgo cierto de hundimiento. Como diría Ayn Rand, hoy podemos afirmar con certeza que la sociedad española está condenada.

Roberto Centeno

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