Hace unos años pude leer un artículo de un ex ministro del Gobierno de Zapatero que se titulaba “La hora de la social democracia” que me hizo plantearme dónde me posiciono en relación con la política económica conveniente para superar esta fase nefasta del ciclo económico que estamos viviendo.

Tuve la oportunidad de acceder a un artículo que data de hace mucho años de Wilhem Röpke, economista alemán injustamente olvidado, que publicó en le Revista de Occidente en 1967, titulado “La estela de Keynes” y que es manifiestamente recomendable porque está lleno de prudencia, equilibrio y buen sentido. También a otro de un pensador norteamericano, Russell Kirk -que es un poco el líder del neoconservadurismo norteamericano- y que tiene dos libros muy recomendables: “Ser conservador” y “Un programa conservador”. Entre los dos me han dieron la clave para posicionarme.

En la visión del conservadurismo de Kirk uno participa y es sensible a unos valores. (…) Como dice Kirk yo participo de unos valores: familia, vida, la misma patria -palabra absolutamente proscrita de nuestro vocabulario actual- y soy intervencionista o liberal en la medida en que convenga a la preservación o la potenciación de esos valores. Por ejemplo en materia de familia hay una política fiscal adecuada para viabilidad la de la unidad familiar. Pero hay otras políticas relacionadas con la familia en las que la dejaría vivir en paz porque ella misma ya tiene sus propias potencialidades que hay que dejar desplegarse. Por ejemplo hablábamos antes de instrucción y educación: la educación es propia de la familia y no de los poderes públicos.

Volviendo a la economía yo diría que soy conservador en el sentido de Kirk y que, a veces, seré partidario de que el gasto público se expanda y otras veces no. Por ejemplo hay algunos aspectos del artículo de Röpke que son interesantísimos porque son de un sentido común aplastante. Yo seré keynesiano en el momento en que deba serlo -se ha aplicado la farmacopea Keynesiana de una manera tan absurda que si el propio John Maynar Keynes levantase la cabeza diría: “No es esto, no es esto”.

(…) Röpkey decía en su artículo que “es evidente que la competencia, la libertad de los mercados, la flexibilidad de los salarios y la política fiscal prudente no garantizan, de modo necesario, la estabilidad y la prosperidad. Del mismo modo hay situaciones extraordinarias en las que han de admitirse excepciones a estos principios excelentes pero no se puede impunemente anunciar a las gentes que, en lo sucesivo, pueden tranquilamente pisotearlos.”

Intervención de Don Leopoldo Gonzalo en Libertad Constituyente a 29 de febrero de 2012

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí