Especulación (autor: clotxa) No hace falta detener la mirada en el rostro con más o menos visajes del Poder, para reconocer la grotesca artificiosidad que despide. Pero tras la simiesca farsa política, percibimos un inequívoco mensaje de ruin desesperanza: la urdimbre económica que las oligarquías políticas y económicas tejen, se hace inextricable. El aumento de los precios de alimentos básicos, del combustible y de la luz asfixia las economías de los hogares y la subida del Euribor endurece la condena de las hipotecas vitalicias. La jerigonza de los economistas convencionales solemniza máximas rellenas de maniquea banalidad. Por el lado “liberalizante”, nos presentan un Estado con iniciativas obstructoras de la libertad económica y, por ende, de la posible prosperidad que ha de generar el Mercado, cuando se conoce de sobra, la preponderancia de los mercados cautivos o la amañada competencia que se libra en éstos; y por el flanco “socializante”, se corrige la dirección de la mano invisible y son redistribuidos los dones que otorga, por un Estado (de partidos) incorregible y dispendioso. Se ufanan de aquellos logros económicos que dimanan de la ortodoxia ideológica, y se encrespan ante cualquier asomo de cambio sustantivo, motejado como desviación que por lo visto, conduciría a la ruina y la descomposición social. ¡Qué insufrible dogmatismo, taraceado de cientifismo, el de esos recurrentes transformistas de la única posibilidad que les interesa admitir, en ineluctable realidad económica! Dado el estado de vulgaridad intelectual y escepticismo malicioso de la vida pública, resulta prudente aclarar, aunque sea labor baldía con los vocacionales o profesionalizados sofocadores de ímpetus rupturistas, que la lucha prioritaria consiste en conquistar un sistema democrático y no en imponer un régimen igualitario o desembocar en una liberalización orgiástica y asilvestrada. Con la democracia, serán pertinentes y viables los intentos políticos de modificar situaciones y aspectos cuya injusticia se nos presenta inmutablemente enquistada en la sociedad. Entonces, se controlará y eliminará el tráfico de influencias y medros estatales, y se abrirán las vías para proponer la resolución de problemas que ahora se presentan como “estructuralmente” insolubles: el despropósito del paro involuntario, la explotación, coacción y corrupción que anidan en el mercado laboral y el enriquecimiento que mana del privilegio.