Afirmar que vivimos una época aburrida es una demostración de frivolidad en nuestra comprensión del mundo. La aparición de las tecnologías modernas para la gestión de la información (coloquialmente Internet) constituye, junto con la invención de la escritura, el mayor cambio de escala en la historia de la comunicación humana. No es de extrañar que nuestra sociedad viese en esta transformación aparentemente profunda del mundo un motivo para el optimismo. Internet era nuestra arma para conquistar el derecho a la información, para combatir la ignorancia (que, cuando es impuesta, es un acto de violencia) y para superar las barreras económicas y sociales que siempre nos han separado del conocimiento.

Cuando miramos a nuestro alrededor, sin embargo, vemos que aún queda mucho por hacer. Internet ha facilitado con igual libertad (pues no le corresponde a la tecnología sino a los seres humanos administrarla) el acceso a la información real e inventada, verídica y malintencionada. Por eso hablamos de un cambio de escala: el campo de batalla es distinto, las estrategias varían, pero el conflicto y sus causas son exactamente las mismas: el conocimiento contra la ignorancia, la verdad contra la mentira, la libertad contra la opresión.

La pobreza no es una injusticia porque nos falte algún bien para satisfacer nuestras necesidades, sino porque existiendo los bienes necesarios para todos, se nos niega el acceso a ellos. Cuando ese bien es el conocimiento, la injusticia es doble: se nos priva de ese bien, y, además, de la capacidad de darnos cuenta de nuestra propia pobreza, identificada en este caso con la ignorancia. Este es el bello pero polémico concepto de injustica epistémica, desarrollado en el año 2007 por Miranda Fricker (Epistemic injustice: power and ethics of knowing), y que ha sido fuente de debates sobre su aplicación a fenómenos como la opresión de las mujeres y de diversos grupos étnicos y sociales.

Una de las frases más recordadas de Antonio García-Trevijano es aquella de «sólo se indigna quien desconoce las causas de su enfado». Es sabio y prudente alertar sobre la indignación. Ese enfado es una emoción extremadamente útil si la usamos como un aviso sobre nuestra propia ignorancia y nos lanzamos a combartirla. Si no lo hacemos, cualquier fruto político y social de esa indignación sólo servirá como refuerzo para aquel poder que nos ha impuesto la falta de conocimiento que la hace posible.

La indignación, por lo tanto, está a dos pasos de la libertad política. Para dar el primero debemos acabar con la mentira; para después y en segundo lugar conquistar la libertad constituyente. Si intentamos dar los dos de golpe, tropezaremos para caer de nuevo en la ignorancia.

5 COMENTARIOS

  1. Buen artículo, Javier. No es extenso y es preciso. En efecto, denegar (con una u otra excusa) el acceso al conocimiento para comprender cuanto nos rodea es una estrategia de los grupos que ejercen el poder. Una comunidad humana ignorante es más fácil de conducir (explotar) que una consciente que, a través del conocimiento, desvela los engaños del régimen impuesto.
    Las dictaduras y las socialdemocracias son parejas en el uso de ese instrumento de control social.
    Además de los que señalas hay otro peligro en el acceso al conocimiento a través de internet; y es el bombardeo continuo de ofertas de productos y servicios que, o no nos interesan o, si nos interesan, no podemos acceder a ellos. Esto contribuye al “statu quo” y crea, como mínimo, malestar operativo cuando no desvío del propósito del uso de la tecnología. ¿Quién no ha buscado un dato en internet y comprobar que, hasta encontrarlo, nuestra atención se ha desviado de la idea original por un exceso de información innecesaria?
    En ese periplo digital habremos hallado desde noticias irrelevantes hasta informaciones falsas, interesadas o malintencionadas que habrán dispersado , siquiera temporalmente, la razón de nuestra búsqueda.
    Citaré a Marshall MC Luhan (con el permiso de Alan) que sostuvo que “el medio es el mensaje”, pues los medios que empleamos pueden interferir con nuestra comprensión de la realidad, tanto que, a veces son más importantes que el contenido específico transmitido.
    Te echamos de menos en el coloquio, Javier. Para el próximo hazlo posible.
    Un saludo.

    • Me alegro mucho de que te haya gustado. Intento relacionar conceptos que me parecen interesantes con la Libertad Política Colectiva.

  2. Nunca en la historia de España sus contribuyentes ejercitaron la libertad política en que debe inspirarse la democracia formal.

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