Así se titula el discurso pronunciado por el Cardenal de Munich y Freising Reinhard Marx el pasado 9 de Febrero en el marco del simposio organizado por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, que tuvo lugar en la misma ciudad entre los días 6 y 9 del mismo mes.

El simposio tuvo por título “Hacia la curación y la renovación” y reunió durante cuatro días a los obispos y más altas esferas eclesiásticas para tratar, por vez primera y ante los ojos de la opinión pública, el grave problema de la pederastia en el seno de la Iglesia Católica que viene golpeando duramente a la institución eclesiástica desde el año 2009.

Esta reunión ha sido calificada por el representante de la Conferencia Episcopal alemana, Stephan Ackermann, como un hito en la historia de la Iglesia. Pues si hubo una iniciativa innovadora en el simposio, es que fue inaugurado con un desgarrador y emotivo discurso de la mujer de 65 años Marie Collins, víctima de abusos sexuales por parte de un cura cuando tenía 13 años. Las palabras de Collins describiendo su calvario personal en el corazón de la Iglesia Católica, en la universidad Gregoriana, ante los 110 representantes de la alta jerarquía eclesiástica de todo el mundo pone de manifiesto el cambio de consciencia tan grande que se está produciendo en la institución. Este discurso desgarrado y la vez sereno, que no ahorró ni un ápice de dureza a su audiencia, dio pie a una serie de reflexiones y ponencias que han mostrado nuevas vías para la superación de esta crisis. Entre los discursos que tuvieron lugar durante el simposio destaca uno especialmente, el del Cardenal de Munich y Freising Reinhard Marx.

Se trató de una intervención honesta, humilde y decidida que por un lado asume la culpa y la vergüenza de los hechos acontecidos, preguntándose varias veces durante el discurso: “…¿Cómo ha podido suceder en nuestras filas? Y por otro lado expone las innovadoras medidas, que explicaré más adelante, para, sobretodo, prevenir en el futuro los abusos a menores.

Marx comienza su intervención admitiendo el enorme fracaso del clero en sus relaciones con niños y adolescentes. Reconoce así mismo que el año 2010, año en el que los escándalos de pederastia alcanzaron su punto álgido en Alemania, fue el “…el peor y más amargo de mi vida…”. Seguidamente criticó duramente a la Iglesia como Institución, la cual tiene siempre la tentación de no afrontar la verdad y en muchos casos de ocultarla, pues tal y como afirmó “muchos responsables dieron prioridad a la protección de las instituciones, por lo que se produjo un intento de ocultar la terrible verdad en lugar de reconocerla en toda su amargura. A esta situación contribuyó también el uso de un lenguaje que desdibujaba los límites y restaba importancia a los hechos”. El Cardenal alemán no ahorró ni ápice de dureza en sus críticas, pues recordó a la audiencia que la Iglesia ignoró durante décadas sistemáticamente a las víctimas, su punto de vista y su sufrimiento y que tan grave como abusar de un menor, es la ausencia de culpa por parte de aquellos que han cometido semejantes atrocidades: “hay que reconocer una gran deuda de pecado al alegar que entonces se sabía poco sobre las repercusiones que los abusos estaban teniendo en los niños afectados por los mismos”. “La credibilidad surge cuando la apariencia y la realidad se parecen, cuando lo que uno predica concuerda con cómo vive”.

A continuación Reinhard Marx habló del papel que la Iglesia debe jugar hoy en día en el mundo. Destacó que la Iglesia, como pueblo de Dios, vive en el mundo, un mundo que hoy en día está cambiando, que plantea distintas exigencias culturales, progresos y retrocesos. Por este motivo, la Iglesia aunque no sea del mundo, está en él y a él debe adaptarse. Esta adaptación se manifiesta primeramente en la relación con los medios de comunicación, pues admitiendo que siempre ha existido una cierta tensión entre la Iglesia y la sociedad, el clero no debe arremeter contra los medios de comunicación sino que debe siempre adoptar una postura abierta y persuasiva, para que todas las declaraciones públicas que se hagan sean veraces. Apariencia, transparencia y veracidad son, por lo tanto, insustituibles. A este respecto y siguiendo con el papel que la Iglesia debe adoptar ante el mundo, el cardenal alemán declaró que “la legislación estatal no ha de percibirse como una injerencia en los asuntos internos de la Iglesia”, “..La Iglesia ha comprendido que su jurisdicción y la del Estado no se excluyen mutuamente, sino que más bien deberían complementarse y que el contacto con la Fiscalía del Estado es necesario cuando existan delitos cometidos por empleados de la Iglesia…”. Señaló así mismo la necesidad de contar con personal cualificado para controlar y ejecutar las medidas disciplinarias ante cualquier comportamiento inadecuado y denunció el deterioro palpable de la administración eclesial, “que se refleja hasta en el mantenimiento de los registros oficiales y el menosprecio de la ley de la Iglesia, de la disciplina y del control de calidad”. No obstante, en una entrevista posterior Marx puntualizó que todas las sanciones que se tomen contra los abusadores han de partir del seno de la Iglesia y de su propia ordenación jurídica, pues “gracias a Dios, el nudo se ha deshecho y el silencio de las víctimas, así como el silenciamiento de los escándalos ya se acabó”.

Por último habló de las medidas concretas que la Conferencia Episcopal alemana ya ha tomado. La primera fue la aceptación colectiva de la culpa en una celebración litúrgica multitudinaria, primero con los obispos bávaros y después con todos miembros de la Conferencia. A continuación, Reinhard Marx presentó el centro de aprendizaje en internet que la archidiócesis de Munich y Freising ha desarrollado. Este portal se presenta como una escuela de aprendizaje a distancia y cuyos cursos tendrán una duración de tres años. El objetivo de este portal multilingüe será formar a sacerdotes, diáconos, personal pastoral y profesores de religión en materia de prevención de abusos sexuales. Así mismo la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma y la archidiócesis anteriormente citada acaban de fundar un nuevo instituto en Múnich llamado “Centro para la protección de la infancia” y que cuenta con el importante apoyo científico de la clínica de la Universidad de Ulm y del departamento de Psicología de la propia universidad Gregoriana de Roma.

Como conclusión, Marx señaló que esta severa crisis es una oportunidad única en la historia eclesiástica para realizar una “renovación espiritual profunda en cuyo centro no se sitúe la supervivencia de la Iglesia o su significado exterior o influencia política, sino la cuestión de si cumple su misión de mostrar el camino hacia la comunión con Dios”.

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