Delegación (foto: Petereck) Español, ¡huye! Y fuimos llevados al borde del abismo. Como por senda sinuosa y traicionera fue traído el elector español hasta situarlo, con todo el rebaño, en lo más alto del acantilado. Donde la caída fue más dura. Pastoreado por guías ciegos, leguleyos y monaguillos de parroquia, se terminó por consumar esta trashumancia desde las ocres praderas de la dictadura a las actuales estepas de la oligarquía. Pedregales secos en lo alto de la nada. Llevado y dejado llevar. Inerme ante el muladar de la quiebra mira sin saber dónde mirar. Asustado, más aún de lo normal, desconcertado y confundido. Y sus pastores durmiendo la siesta del fauno. Que llevado hacia la nada. El espectáculo frente a sus ojos, es digno de desolación. Nunca tantos fueron tanto tiempo engañados. Acostumbrado a obedecer mientras haya alguien que mande, el elector español comienza a entender, por la vía más dramática, que los pastos a los que ha sido llevado, no son la tierra prometida. Generación perdida es la que no lucha por conquistar su libertad. El panorama es realmente más dramático de lo que asoma. La crisis de lo que hay, consenso. Rebaño miedoso y desconfiado, temeroso y hambriento. No se rebelarán las ovejas contra el pastor ciego. Serán los perros de la manada de ovejas los que marquen en última instancia el camino, los que reconduzcan al camino. Ya no hay pastor, nunca lo hubo. Elector español, escucha la voz de la naturaleza, desconfía del pastor, deslegitímalo, vuélvele la cara, sigue tu verdadero camino. Huye de lo proporcional, sé valiente, corre hacia la libertad. Sal de ti, sal de la manada al borde del abismo.