ajedrez_politico

En estos días tan agitados para la política nacional surgen numerosas teorías, apuestas y cábalas acerca del futuro inmediato que se vislumbra tras las recientes votaciones del 20D. Entre los más atrevidos pesimistas se encuentran aquellos que buscan en los sucesos actuales ‘manos negras’ y gobiernos mundiales en la sombra que, mediante secretos mecanismos y sutiles influencias, tratan de condicionar el devenir político de nuestro país.

Es indudable que la estabilidad política de una nación afecta a su actividad comercial de manera directa y cualquier empresa multinacional se ve influida por los cambios de gobierno y las medidas que, como consecuencia de esto, puedan variar el marco legal en el cual se desenvuelven. También resulta evidente, para cualquier analista político medianamente informado, que los distintos grupos de poder económico (ya sea en la forma monolítica de los particulares de nuestro estado o externos a él pero interesados en cualquier aspecto geoestratégico) tratan de usar su influencia, como hacen habitualmente en los periodos de calma entre las votaciones, para conducir la política de forma que su estatus no pueda ser comprometido ni cuestionado. Estas interferencias sin embargo no son efectivas en un corto plazo y además son aparentemente ineficaces cuando se ven inmersas en un clima de inestabilidad política como el que sufre España actualmente.

Para los enemigos de la libertad es un argumento muy recurrente el tratar de buscar conspiraciones, malignos y poderosos adversarios exteriores y otras intangibles y difusas formas de contrincantes exógenos que, mediante el miedo, les consigan aliados para reforzarse. No es raro encontrar entre los seguidores de los partidos de izquierdas (yo soy de la opinión de que la izquierda política no existe en España), a quienes les satisface culpar de todos los males a las influencias imperialistas de otras potencias o a diferentes lobbies y grandes fortunas para así crear un sentimiento de impotencia e indefensión entre sus seguidores y que, atemorizados, acudan a sus regazos. Estos argumentos también resultan ser muy del agrado de los grupos conservadores de derechas y formaciones independentistas que del mismo modo, y por razones muy similares, los utilizan para captar votantes. El argumento de las conspiraciones y enemigos del estado en definitiva, no es nada nuevo y lleva largo tiempo siendo utilizado por dictadores, oligarcas y jefes de partido que buscan dotar de mayor fuerza a sus discursos. El dictador Francisco Franco acudía a la ‘conspiración judeo-masónica’ que tantas chanzas y mofas suscitó en la época. Tener una buena conspiración siempre a mano, garantiza eludir las responsabilidades propias fácilmente.

Para otros, los mas derrotistas y proclives a dinamitar cualquier acción que pueda llevar al éxito por medio de la revolución, acudir a la mitología del ‘gobierno mundial’ les permite auto-justificarse y eludir su responsabilidad cuando, sin convencimiento alguno, depositan su papeleta en las urnas, animados por aquellos que les prometen luchar contra el yugo de imperios y fuerzas del mal.

Por otra parte, durante la transición española, es de todos conocido que el apacible traspaso de poderes del dictador hacia los partidos del estado fue influido, según hemos ido conociendo después, por figuras como Henry Kissinger, secretario de estado de los EEUU, que en la sombra contribuyeron a configurar la nueva forma de gobierno (impidiendo la acción de la Junta Democrática de Antonio García-Trevijano entre otras cosas). Tampoco es ninguna novedad desvelar ahora que el PSOE fue financiado y configurado por Willy Brandt, líder socialista alemán que, mediante la fundación Friedrich Ebert, permitió que Felipe González articulara un casi inexistente partido socialista español, para situarlo en la cabeza de las facciones de la nueva forma de estado. Un país terriblemente debilitado en todos los aspectos (salvo en el turismo, es cierto) como España es muy vulnerable a injerencias desde el exterior; no disfrutar de libertad política acentúa este hecho aún más.

Sin embargo, prescindiendo de argumentos atemorizantes, gobiernos mundiales o superhombres que forman parte de una puesta en escena melodramática de la política nacional, pero tomando en cuenta las citadas influencias de oligarquías financieras y políticas en nuestro país, es indudable que un sistema democrático resulta mucho más fuerte y ofrece mayores garantías frente a agentes ilegítimos que el actual basado en partidos del estado. Mientras que en un sistema con representación y separación de los poderes los gobernantes se encuentran ‘atados’ a los gobernados, en España, basta con negociar, financiar o confabularse con un reducido grupo de oligarcas, cabezas de los partidos, para obtener los resultados deseados. Por otra parte la oscura financiación de todos los partidos, favorece la presencia de flujos económicos exteriores en busca de manipular la balanza del consenso.

 

Desde que hace algunos años, Bilderberg pasara a ser uno de los grupos de influencia menos secretos del mundo, donde, entre otras personalidades sabemos que participan Sofía de Grecia o el consejero delegado del grupo PRISA Juan Luis Cebrián, mucho se ha comentado acerca de algunos de sus invitados más recientes como Pedro Sánchez o el ministro García-Margallo. Es de suponer, en todo caso, que Pablo Iglesias o su némesis Albert Rivera, serán invitados también en próximas ediciones si su relevancia dentro del consenso continúa aumentando; sea en Bilderberg o en cualquier otro foro, deberán ‘consensuar’ sus ‘políticas’ para que todo continue bien atado. Sea como fuere, he de confesar que desconozco el contenido de las reuniones (a las que Pedro Sánchez se negó a asistir, aunque lo hizo con posterioridad con otros intermediarios) pero sean cuales sean las directrices marcadas, la estabilidad del sistema no parece peligrar pues los partidos del estado son garantes del régimen actual y puesto que recientemente han sido reforzados en las urnas con la participación de la mayoría de españoles con derecho a hacerlo, es previsible una cierta tranquilidad en cuanto los pactos y las segundas filas de los partidos sean reconfigurados.

La política global, la real, es un sistema enormemente complejo y donde innumerables actores compiten por un trozo del pastel. Es tentador recurrir a argumentos simplistas del tipo ‘new world order’ o gobiernos mundiales en la sombra, pero si se examinan con cuidado los mecanismos que actúan en la gran política entre los estados, se llega a la inevitable conclusión de que el verdadero poder no surge únicamente de la economía y que el control de los estados y su política es una tarea bastante más compleja de lo que pueda parecer. Vivimos tiempos de gran credulidad y los más ignorantes se convierten en víctimas fáciles de este tipo de argumentación que roza las características de la leyenda urbana.

Y ahora corran… corran a votar!

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