Otro de los conceptos que atraviesan el programa ideológico SKOLAE es el de la “visibilidad” de las mujeres, víctimas del “androcentrismo” que es “una manera de “mirar” e interpretar el mundo, en la que el hombre es el centro y medida de todas las cosas. Es un enfoque sesgado de la realidad, ya que la cultura, el trabajo, la humanidad, e incluso las mujeres, se miden y se valoran en relación con los valores masculinos dominantes, que son los esenciales y los principales. Esta perspectiva se ha llevado a cabo sistemáticamente en todas las disciplinas, y ha supuesto la invisibilidad, desvalorización y sumisión de las mujeres en todos los ámbitos de la vida.” (p. 25) Esta idea de la “visibilidad” se presenta como una metáfora reduccionista de las complejas relaciones entre hombres y mujeres en la sociedad, marcadas, sin duda, por la dependencia. Tal idea de la visibilidad es en sí un mero referente a apariencias que podrían fácilmente subsanarse a tal nivel de exterioridad sin cambiar el fondo del problema (el feminismo de género no ve o no quiere ver la contradicción en la que cae por ejemplo, al defender el velo islámico como una manifestación multicultural, y al no presentarlo como el signo de sumisión al varón que evidentemente es), y a ello responde, en mi opinión, la insistencia en el empleo del llamado lenguaje inclusivo que se presenta como remedio contra “los sesgos del lenguaje para invisibilizar a las mujeres” (p. 30), como si el lenguaje, una estructura de relaciones abstractas, que usa el masculino plural, término no marcado en una oposición binaria, para englobar a los dos géneros (gramaticales) en el plural según un principio de economía y eficacia comunicativa, fuera un ser pensante cargado de la intención “machista” de ocultar a la mujer en la forma plural. Tamaña estupidez nos retrotrae a la prehistórica concepción mágica del lenguaje en el que éste podía transformar la realidad mediante la articulación de determinadas palabras. Arma, no obstante, de predilección del feminismo de género le sirve para demostrar la eficacia del binomio amigo-enemigo, categoría de lo político establecida por Carl Schmitt, al tiempo que tal “visibilidad” lograda, le permite apartar el foco de otros casos flagrantes de discriminación de las mujeres, como los sufridos en el seno de comunidades fuertemente patriarcales, o de las situaciones de las mujeres maltratadas por los maridos que no pagan las pensiones de manutención como una forma consciente de violencia indirecta.
Podría decirse incluso que la ideología de género, de la que SKOLAE no es más que un panfleto, deriva en un “ginocentrismo” cuando habla de la economía feminista de Amaia Pérez Orozco, que insiste en “situar el género como una variable clave que atraviesa el sistema socioeconómico, es decir, no es un elemento adicional, sino que las relaciones de género y desigualdad son un eje estructural del sistema, el capitalismo es un capitalismo heteropatriarcal“.(p. 37), pero concluiremos hablando de uno de los aspectos más chocantes del programa, y no nos referimos a los juegos eróticos para niños,(“Reconocimiento de la sexualidad infantil desde el nacimiento despenalizando el reconocimiento y la vivencia de dicha sexualidad en el ámbito de la escuela y la familia (curiosidad sexual, juegos eróticos infantiles…(p. 68)) contenido del itinerario, cuyo materialización quedaría al arbitrio de los sufridos maestros y profesores, cuya sensatez y sentido común son superiores a la que esta estúpida sociedad mediatizada por la propaganda partidocrática cree, sino a un rasgo mucho más turbador, el rechazo al llamado “amor romántico” (El sentimiento que llamamos amor se ha de atender y analizar de manera contextualizada, atendiendo al tiempo y a la cultura. En su reconstrucción burguesa, el amor romántico ha sido definido desde la heterosexualidad y sobre la base de una división de roles dentro de la pareja. Alrededor de este amor romántico se configura un conjunto de creencias conocidas como los mitos del amor romántico (mito de la media naranja, de los celos, de la pasión eterna, del cambio por amor, de la entrega total, de compatibilizar amor con sufrimiento…) . Son imágenes idealizadas que sirven para perpetuar los desequilibrios de poder existentes, que favorecen la tolerancia de comportamientos abusivos y que se consideran como algo natural o normal en las relaciones, por lo que son resistentes al cambio. Resulta fundamental analizar con el alumnado sus posibles consecuencias y la relación de estos mitos con la violencia contra las mujeres (pp. 63-64)) . El planteamiento perverso de esta ideología, que como toda ideología en la historia parte de una visión parcial de la realidad para imponerla al resto, consiste en presentar el modelo de la pareja en la que existe maltrato o violencia -que ha conseguido sibilina y elocuentemente que se llame “de género”- como la única existente, y hace, pues, una caricatura del amor, llamándolo “romántico” fruto de una “reconstrucción burguesa” -expresión que revela en cuánta naftalina se ahogan los autores de este programa- para ridiculizar las ideas de entrega, sacrificio y transformación (con las de compartir y complementaridad) que puede conllevar un verdadero sentimiento amoroso, y que cualesquiera padres y madres de familia pueden conocer bien. El amor, como sentimiento que puede sacar lo mejor -y lo peor de nosotros mismos si sólo es una máscara del egoísmo- que nos separa y eleva del grupo, haciéndonos menos controlables, ha resultado siempre sospechoso para los movimientos totalitarios, y es ese misma desconfianza hacia el amor la que debe hacernos sospechosos a los autores y promotores de tal programa de ideologización obligatoria de niños y adolescentes.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí