Sabemos que Pablemos dice “democracia” por no decir “dictadura”, palabra con mala prensa (lo dice él en un youtube), pero como buen farsante habla de Felipe VI como de Pío XII hablaba el cardenal Segura (por cierto, el único opositor serio que tuvo Franco en vida), pero con coleta, “estrepitoso por sus firmezas y sus inconformismos”, que en sus sabatinas citaba al Papa puntualizando:
–Nuestro papa, Pío XII, felizmente reinante, y al cual yo no voté…
El muñeco de Pablemos es Sánchez, que tampoco es de mucho votar y a quien el otro día, en el Desfile, una pobre gente pedía… “elecciones”.
Las costuras del sistema europeo se rompen como consecuencia de la falta de representación de los Estados de Partidos, donde el voto en la urna es como la moneda en la máquina expendedora: quieres un sándwich de pollo y un marlboro y te sale un sándwich de atún y un celtas corto. Es la “magia” del sistema proporcional, que, dicho por Leibholz, su ideólogo, elimina cualquier atisbo de representación y, “superando a Rousseau”, conlleva la integración de las masas ciudadanas del partido en el Estado, al sustituir el principio de representación con el de identidad. Por eso la propaganda socialdemócrata llama populismo a la representación y se despliega con furor contra Trump y el Brexit, fenómenos sólo al alcance de los dos sistemas representativos, americano e inglés, que conocemos.
Estas cosas debían sonarle incluso a Felipe González, siquiera por amistad con Manuel García Pelayo, autor de “El Estado de Partidos”, después, ay Saulo, de lo de Rumasa. Pero no le suenan, y este domingo se pasó por el asilo, creyéndose Arístides Briand, a presumir de lo que carece, llamando “democracias iliberales” (?) a Polonia y Hungría porque no respetan los fundamentos… “¡de la democracia representativa!”, o sea: principio representativo en la sociedad, principio electivo en el gobierno y principio divisorio del poder en el Estado. Morro es poco.
Y los liberalios, mientras, de copas con Pinker.
Publicado en Abc