JOSE JUAN MARTÍNEZ NAVARRO
Consejerías, delegaciones provinciales, agencias públicas autonómicas, empresas participadas, empresas contratadas, subcontratas, diputaciones, etcétera. La red clientelar tejida durante lustros por un monstruo de administración hipertrofiada ha impedido que las andanadas judiciales contra la corrupción, que se desparrama en abundancia de esa olla podrida que es la Junta, hicieran saltar ni una sola astilla de la línea de flotación del bloque psoe-parlamentario andaluz, en el que Chaves y Griñán, de momento, se enrocan.
El PP, que tocó los laureles del triunfo la otra vez que pasaba por allí, ha sido despedido a la estratosfera y se dispone a orbitar, de nuevo, en torno al gobierno ansiado, dirigida su nave por un comandante que no tiene más título de piloto que un currículo de mentirijillas. Pudiera ser que la foto de su maestro Arenas, dejándose lustrar los mocasines mientras leía el ABC, pese como una maldición eterna e irremediable sobre aquel postulante del PP que ose disputar el califato con sede en el palacio de San Telmo.
La candidata de Podemos, Teresa, me cae muy bien en lo personal sin personalmente conocerla y su comparecencia post electoral me provocó cierta ternura, acaso por ingenua, que no significa tonta sino falta de malicia. La tríada Iglesias/Errejón/Monedero codicia su defenestración porque parece que no se aviene a ser un títere anuente, dócilmente. Su éxito quizás pudiera haber sido mayor si aquellos tres illuminati no hubieran comenzado a pifiarla sobremanera y eso que, a dos días del comienzo de la campaña, no tenía programa la chica. Si total, para qué.
Ciudadanos, transversal, templado, ambiguo, cumplió el expediente sobradamente con la sonrisa de su líder nacional que, consciente de que es en su encanto donde reside el alza de su partido, no dudó en escamotear el atril al pretendiente andaluz (no sé cómo se llama) cuando se encendía la lucecita roja del prime time televisivo.
Jornada histórica, se han cansado de repetir los corifeos del sistema de partidos, por el solo hecho de que las porciones del pastel han venido a repartirse de otra forma. Ni Podemos ni Ciudadanos, aún en la coincidencia de llevar como eslogan (tan manido) “el cambio”, van a cambiar nada; si no, al tiempo.
IU, directamente, es ya la nada.