El problema de la viabilidad -o sostenibilidad, como se dice modernamente- del Estado de bienestar y, más en concreto, del sistema de pensiones es un tema complejo aunque, en esencia, es sencillo de comprender. Todo parte del mismo problema del que parten otras vertientes del Estado de bienestar como la sanidad: de la decadencia demográfica de este, nuestro querido país.

En España el índice de fecundidad está en 1,44 hijos por mujer en edad fecunda, pese a que ha repuntado en los últimos años, y la esperanza media de vida se sitúa en los 82 años para ambos sexos. El índice de fecundidad que garantiza la reposición demográfica, que permite que la pirámide poblacional mantenga el mismo perfil, es de 2,1 hijos por mujer en edad fecunda.

Tenemos una población en la que los mayores de 65 años representan el 17 por ciento de la población. Las proyecciones para mediados del siglo actual los sitúan en el 31 por ciento. Es decir, que es posible que un tercio de la población española tenga más de 65 años a mediados de siglo. Incluso hoy día, en algunas Comunidades Autónomas como Casilla León, Asturias, Galicia, etc. la población mayor de 80 años -la cuarta edad de la que ya hablamos- representa en torno al 7 por ciento.

Hemos llegado a una situación en la que, a mediados de 2011 el número, de pensionistas casi rozaba los 9 millones de personas -8.749.000. Pensiones de carácter contributiva, personas que con antelación habían ido cotizando a lo largo de su vida activa  para una futura pensión, y que representaban 8 millones y medio. No obstante había 469.000 personas que percibían pensiones no contributivas.

En enero de 2012 el número de pensionistas estaba ligeramente por encima de los 8 millones de personas pero, y aquí está el gran problema, el número de ocupados es cada vez menor y más aún en un contexto de crisis y con un paro de más de 5 millones personas. La relación entre cotizantes y pensionistas se sitúa ligeramente por encima de dos cotizantes por cada pensionista. Algunos datos recientes sugieren que la relación podría estar incluso por debajo.

Dado que nuestro sistema actual es un sistema de reparto basado en un principio de solidaridad, por el cual los activos ocupados actuales están cotizando para satisfacer las pensiones de los pensionistas actuales, y teniendo en cuenta la proyección demográfica, se llega a la conclusión de que tiene que producirse inevitablemente una quiebra financiera del propio sistema.

Es importante tener en cuenta que esto desborda al propio sistema de pensiones en cuanto al Estado de bienestar se refiere porque el gasto público en sanidad y dependencia para el año 2060 está calculado en torno al 20 por ciento del Producto Interior Bruto.  En 2050, como proyección, sólo el gasto sanitario de los jubilados representaría el 8,3 por ciento del PIB. Hoy el gasto sanitario total es del 9 por ciento -público y privado- sólo el gasto sanitario en los jubilados a mediados de siglo representará un gasto equivalente.

Intervención de Don Leopoldo Gonzalo en Libertad Constituyente a 22 de febrero de 2012

Fotografía de Tom

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