Intervención de Don Saturnino Aguado en Libertad Constituyente a 8 de febrero de 2012
Me gustaría aportar algo al debate sobre la sostenibilidad del Estado de bienestar desde un punto de vista macroeconómico. Recomiendo un libro de un economista keynesiano, Jeffrey Sachs -profesor mío, por cierto, en la Universidad de Harvard- que se llama “El precio de la civilización”. En este libro, el último que ha publicado, Sachs habla sobre de todo de Estados Unidos -aunque también se refiere a Europa- y plantea que tenemos que pagar un precio.
La sostenibilidad del Estado del bienestar es, al fin y al cabo, un problema de déficit. De diferencia entre gasto (en este caso social) e ingresos. La tesis de Jeffrey Satchs es que todavía queda muchísimo para pagar el precio de una sociedad civilizada, moderna, avanzada, desarrollada, donde hay un gasto social que hay que financiar y, en primera instancia, sólo puede hacerse mediante presión fiscal. Es decir, impuestos.
Nunca me ha quedado muy claro a quién nos referimos cuando hablamos de “los países de nuestro entorno”; si a Marruecos, a Portugal o a nuestro queridísimo vecino del Norte, Francia. Si nos vamos a los datos de la OCDE, en presión fiscal respecto al PIB, Francia nos saca ocho puntos porcentuales de diferencia: España tiene una presión del 37 por ciento y Francia del 45. Lo importante es la diferencia: que un país de nuestro entorno y al que nos queremos parecer nos saca ocho puntos porcentuales de presión fiscal. ¿Qué les permite hacer a los franceses esta presión? Recurrimos de nuevo a los datos de la OCDE, esta vez sobre el gasto social, y comprobamos que nos sacan diez puntos: ellos tienen un 37 por ciento y nosotros un 27.
Tenemos una de las presiones fiscales más bajas de Europa -si bien con la subida de impuestos nos vamos a ir aproximando a los países de nuestro entorno, tipo Francia. Somos un país con muy baja presión fiscal que da para financiar muy poco gasto público.