El 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos es proclamado rey. Presta juramento ante el Presidente de las Cortes y del Consejo de Regencia, Alejandro Rodríguez de Valcárcel: “Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los Principios que informan el Movimiento Nacional”. El Presidente de las Cortes responde con la fórmula ceremonial: “Si así lo hicierais que Dios os lo premie, y si no, que os lo demande”. Sigue a estas palabras un silencio tenso, como si todos fueran conscientes de la futilidad del juramento, como si se adivinara la traición que la expresión insegura en el rostro del rey, la de alguien que no es sincero y no puede ocultarlo, parece confirmar.
Los protagonistas laureados de la Transición son todos traidores de los principios que defendían. Se dice, alabándolo, que todos cedieron para traer la democracia. Pero renunciar a tus principios es convertir la traición en virtud y la corrupción moral en un requisito para la política, corrupción moral imitada por la mayoría de los españoles y ratificada cada vez que acuden a las urnas. Y no trajeron la democracia sino una oligarquía de partidos. Santiago Carrillo demostró por sus hechos que no era sino un oportunista y un cínico como el resto de los jefes de partido de la oposición pero mientras fue leal a la Junta Democrática hizo declaraciones no faltas de agudeza, por ejemplo: “Lo que Juan Carlos no puede hacer es instaurar un sistema democrático. No puede romper con el franquismo, salvo si violara el solemne juramento que hiciera ante las Cortes y el caudillo. Un rey que cimentase su reinado traicionando juramentos hechos no tendría credulidad ante el conjunto de la opinión pública internacional y española”. (1) La posición del PCE entonces era todavía leal a la ruptura democrática, el titular de la primera página de Mundo Obrero del 25 de noviembre rezaba así: “Tras la muerte del dictador: ¡NO AL REY IMPUESTO! LIBERTAD LIBERTAD”. (2)
Mientras que públicamente el PSOE y la Democracia Cristiana apoyaban las declaraciones conjuntas de Plataforma y Junta defendiendo la ruptura democrática y un periodo constituyente para elegir la forma de Estado y de Gobierno, en privado, en secreto y simultáneamente, negociaban con el gobierno de la dictadura y decían todo lo contrario de lo que afirmaban en las declaraciones públicas. En una comida con el embajador estadounidense Wells Stabler en octubre de 1975, antes de la proclamación de Juan Carlos como rey, Felipe González dice que “el PSOE estaba dispuesto a dar una oportunidad a Juan Carlos para llevar el país a un sistema democrático”. (3) Dice también que el PSOE prefiere “una ruptura bajo la monarquía”, pero eso es una incongruencia, no sabían realmente qué significaba la idea de la ruptura democrática o la empleaban cínicamente. En una entrevista al canal de televisión estatal alemán ZDF en 1975, en relación a la monarquía, González responde que “aceptaremos la institución que el pueblo quiera darse como forma de Gobierno” (4) (Cuando el PSOE habla de forma de Gobierno en realidad se refiere a la forma de Estado, es con ese significado con el que Plataforma de Convergencia propugna en su programa una consulta popular sobre la forma de Gobierno) Y en la misma entrevista González admite la posibilidad de que el PSOE esté en la legalidad bajo la monarquía. Ese es el lenguaje de Felipe González y el PSOE, el lenguaje de la socialdemocracia, ideología hegemónica hoy que toda la clase política comparte: la falta de compromiso, la ambigüedad, la incoherencia, contradecirse sin vergüenza, el cinismo. Es el lenguaje de una clase política instalada en el Estado que no tiene que rendir cuentas a la Nación.
Carrillo, José Vidal Beneyto y Rafael Calvo Serer, que habían viajado a Atenas como parte de una delegación de la Junta Democrática, califican de inaceptable el discurso de Juan Carlos tras ser proclamado rey y manifiestan en rueda de prensa el mismo día de la Proclamación que el pueblo español debe decidir la forma de Estado y de Gobierno mediante referéndum. (5)
En su discurso de Proclamación, el nuevo Jefe del Estado manifiesta que “desea actuar como guardián del sistema constitucional”. Y en verdad así fue, es a partir de las Leyes Fundamentales que se crea la nueva Ley Fundamental o no Constitución del 78.
No podía faltar en el discurso la influencia de Ortega, lee Juan Carlos: “La patria es una empresa colectiva que a todos compete”. Es un lugar común pensar que España es un proyecto o empresa. Y como la clase dirigente cree, vanamente, que España es un proyecto, ante el problema del separatismo y nacionalismo periférico piensan que la solución es un nuevo proyecto sugestivo de vida en común, un nuevo proyecto de país (dicen país en lugar de España porque la palabra España les suena franquista). Pero las naciones no son proyectos ni empresas, escribe Antonio García-Trevijano en El discurso de la República: “Las naciones son meros hechos de existencia colectiva… España es un puro hecho de existencia nacional… hecho de existencia que nos viene dado”.
Y el nuevo Rey defiende que la monarquía se sustenta en una triple legitimidad: “Como Rey de España, título que me confieren la tradición histórica, las Leyes Fundamentales del reino y el mandato legítimo de los españoles…”. Pero hacía ya mucho tiempo que la tradición en España no era monárquica, se habían sucedido periodos sin rey, repúblicas y el más reciente, un régimen autoritario en el que un militar había ocupado la Jefatura del Estado durante casi cuarenta años. ¿Mandato legítimo de los españoles? ¿Es que los españoles pudieron elegir en un referéndum la forma de Estado, elegir entre monarquía y república? Las autoridades del régimen no iban a permitir un referéndum como en Grecia, al final de la dictadura los partidarios de la monarquía eran pocos. Pero es verdad que la monarquía se sustentaba en las Leyes Fundamentales, había sido instaurada por una dictadura. De las tres fuentes de legitimidad a las que alude el Rey en su discurso sólo una era cierta, la que da la fuerza de las armas.
(1) Mundo Obrero, nº33, 1975
(2) Mundo Obrero, nº38, 1975
(3) 1975MADRID07481_b, Public Library of US Diplomacy, Wikileaks.org
(4) Serie de TV La Transición, Capítulo VII, RTVE
(5) 1975ATHENS09158_b, Public Library of US Diplomacy, Wikileaks.org
Antonio García-Trevijano, Del hecho nacional a la conciencia de España o El discurso de la República, Ediciones Temas de Hoy, 1994