La traición a la claridad del pensamiento es el primer paso hacia la claudicación de la acción política. A esta infamia se suma hoy la confusión deliberada que pretende amalgamar el Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional (MCRC) con asociaciones surgidas tras la muerte de su fundador, desvirtuando la esencia misma de la acción política republicana. Es imperativo no dejar de denunciar esta farsa, pues la unidad invocada no es más que un mito forjado por quienes pretenden eludir el rigor de la estrategia rupturista y la coherencia doctrinal del MCRC.
El MCRC no fue ni será jamás un movimiento pluralista ni una federación de grupúsculos heterogéneos, porque su existencia no responde a las reglas del consenso ni a la negociación de principios. Su fundamento es la Teoría Pura de la República en su integridad, incluida la innegociable filosofía de la acción constituyente. No es un club de debate ni una suma de voluntades desdibujadas por la corrección ideológica, sino el brazo cultural y prepolítico de una acción que solo cobra sentido en la ruptura con el régimen del setenta y ocho
Desde la muerte de García-Trevijano, proliferan asociaciones y colectivos que, al no comprender la raíz científica del análisis político que este desarrolló, buscan distorsionar su finalidad para acomodarse a fórmulas híbridas e inofensivas. Quienes promueven la unidad del MCRC con esas iniciativas solo prueban su ignorancia sobre política. La democracia formal no nace de la mezcla de intenciones, sino de la conquista efectiva de la libertad política colectiva. No puede haber unidad con quienes no han asumido la necesidad de la abstención activa, con quienes rechazan la acción de la ruptura con el instrumento creado por su fundador, obviando parte de su pensamiento, o con quienes sucumben al electoralismo.
El MCRC no es una organización abierta a la negociación de su ideario ni un foro de tendencias que busquen consenso con el poder o con sus simulaciones. Es la estructura intelectual que provee a los ciudadanos del único camino viable hacia la democracia formal: la ruptura pacífica con el sistema de poder oligárquico que hoy impera en España. Toda tentativa de fundir el MCRC con asociaciones que diluyen su doctrina en compromisos tácticos no es sino una traición a su esencia.
Que no se engañe nadie: la independencia doctrinal del MCRC, su autenticidad, originalidad y carácter único es su mayor virtud y su salvaguarda. No es compatible con los proyectos que carecen de fundamento en la acción política ni con quienes reducen la república constitucional a una consigna vacía de contenido, o directamente la olvidan como algo secundario. La única unidad posible es la que surge del rigor de la acción política bien entendida, no de la componenda oportunista de quienes buscan atajos en la lucha por la libertad política colectiva.
No hay unidad fuera de la verdad. Y la verdad política es que el MCRC no es negociable.
Las ideas liberadoras no deben ser un negocio. La teoría de Trevijano menos aún. Donde hay negocio naufragan las ideas y la libertad. Buen artículo, buen recordatorio.
Es imperativo que el MCRC sea un faro en la tormenta.