Llueve sobre mojado en la confusión entre lo político y lo judicial propia de este Estado de poderes inseparados. Después de la cacería del Juez Garzón con el defenestrado Ministro de Justicia y el Comisario Jefe de la “Policía Judicial” (¿?), salta a la actualidad un nuevo escándalo al trascender el encuentro mantenido entre el Presidente del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Madrid D. Javier Vieira y el Consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid D. Francisco Granados, que compartieron mesa y mantel en un restaurante de la capital. La virulencia procesal y mediática del “caso Gürtel” implicando a cargos y diputados regionales del Partido Popular (PP) y la especialidad competencial del órgano que preside el Juez Vieira para juzgar penalmente a los aforados del parlamento autonómico madrileño orientan el encuentro de sus protagonistas más allá de la falta de estética denunciada por la oposición, aún lamiéndose las heridas que llevaron a la dimisión de Fernández Bermejo. Exculpatio non petita accusatio manifesta. Defendiendo a su correligionario y compañero de gabinete, el Vicepresidente de la Comunidad D. Ignacio González destacó que “si se hubiese querido ocultar no se va a un restaurante a la vista de todo el mundo”. Se ve que el camuflaje de caza de Garzón y Bermejo era circunstancia agravante a juicio del político. Pero sin duda, y al margen de las formas, son las explicaciones del Sr. González entrando a valorar la sustancia misma del encuentro gastronómico de su colega en el ejecutivo con el Juez las que nos sirven para subrayar una vez más la confusión de intereses públicos y particulares que necesariamente trae como consecuencia la inseparación de poderes y la necesidad de independencia funcional y económica de la Justicia en cualquier sociedad que se reclame democrática. Así, y sin rubor, González destacó que “parece bastante razonable que dentro de la relación institucional normal, el Consejero de Justicia, coma o se reúna con el Presidente del Tribunal de Justicia de Madrid” para añadir que “El Sr. Granados y Vieira tienen que hablar a menudo sobre las circunstancias de los medios materiales de la Justicia, porque es la obligación de los dos”. Es la indecencia basada en motivos institucionales. La degradación de la Justicia llega a tal punto que su corrupción encuentra excusa argumentativa en su dependencia económica del poder político, verdadero vicio de origen y pecado capital. Hubiera bastado atribuir el encuentro a motivos estrictamente personales para dejar la escena en una simple falta de estética de sus protagonistas, pero se prefiere sin embargo justificarla en razones de Estado. Todo en aras a la estabilidad institucional, como la propia postura de la oposición, que recibe el suceso como bálsamo de sus propios pecados, contenta con utilizarlo para cerrar bocas con el consabido …y tú más.