Al contrario que sus predecesores, cuyos primeros viajes al exterior fueron de cortesía a Canadá y México, Trump ha hecho lo contrario, un viaje a lo grande y buscando de un lado resultados económicos espectaculares para su país y de otro advirtiendo a sus aliados de que se acabó la broma, tanto en la financiación de la OTAN, donde los estadounidenses pagan 190.000 millones de dólares anuales más de lo que les toca, como en los tratados comerciales, escandalosamente desequilibrados a favor una parte, particularmente Alemania, cuyo superávit comercial alcanza los 278.000 millones de euros gracias a la manipulación del tipo de cambio del euro, infravalorado un 20% respecto a lo que hubiera ocurrido de mantener su propia moneda.

En Arabia Saudí, donde no solo se reunió también con todos los emires del Golfo Pérsico, ha conseguido el mayor contrato de venta de armas de la historia de EEUU, 100.000 millones de dólares, y acuerdos comerciales por valor de 240.000 millones de dólares. Luego, por deferencia a los católicos, visitaría al papa Francisco, que habiendo recibido encantado y sonriente a los dictadores más sanguinarios de Latinoamérica, desde Maduro a la Kichtner, pasando por Raúl Castro, recibiría a Trump como a un apestado y le echaría en cara el que quiera exterminar al EI, los que asesinan y crucifican católicos a miles, y que lo importante es la paz. Parece que para el Papa argentino lo relevante es que haya muchos mártires.

La financiación de la OTAN

Trump sería recibido en Bruselas en el complejo faraónico que se ha construido la OTAN —1.120 millones de euros—, igual que las dos gigantescas torres inclinadas de 65 pisos del BCE en Fráncfort —1.300 millones, de los que a España le han tocado 116—, a cuyo lado la Reserva Federal en Washington es casi de pobres. Y es que los burócratas europeos gustan de vivir como rajás. “¡Hay que ver cómo se han lo han montado estos tíos con nuestro dinero!”, parece que le comentó a Tillerson. Y tiene razón, pagan el 70% del presupuesto de la OTAN, que asciende a 650.000 millones de dólares, la mayor parte dedicada a ‘protegernos de Rusia‘, cuyo presupuesto de defensa es de ¡67.000 millones!, cuando las amenazas hoy en África y Oriente Medio son mucho mayores e inminentes.

Pero lo grave, con ser disparatada la cifra de gasto, es la financiación. EEUU aporta 450.000 millones, cuando si cada miembro aportara lo que está estipulado, el 2% del PIB frente al 1,28% de media, con España a la cola con un irrisorio 0,4% del PIB —y es que Zapatero y Rajoy han dejado a España indefensa, aunque mucho peor sería Sánchez, el enterrador del PSOE y de España si le dejan, que aplicaría la doctrina Zapatero de rendición preventiva—, EEUU solo tendría que aportar el 40% o 260.000 millones. Es decir, Trump está exigiendo que el resto de países, con Alemania a la cabeza, cuyo gasto es menos de la media aporte 190.000 millones de dólares. Además, exige que la lucha contra el EI pase a ser la prioridad de la OTAN.

Como el atentado de Mánchester estaba fresco, no han podido decir que no, pero el secretario general Stoltenberg ha aclarado que en ningún caso se implicarán en combates terrestres directos, algo realmente inaudito porque el empleo de fuerzas terrestres es la única forma de acabar con el EI, ¿o es que este enchufado portavoz de Merkel piensa que con misiles lanzados desde 20 km se alcanza algo más que camellos y cabras? El secretario de Defensa de EEUU, James N. Mattis, exgeneral de ‘marines’ fogueado en combates en todo Oriente Medio, ha debido quedarse estupefacto. Y luego el polaco Tusk, al que nadie ha elegido, al que odian como vendido a Alemania en su propio país (“los valores y principios son lo esencial, los intereses —o sea, quién paga la cuenta— deben dejarse a un lado”), y es que hablar de dinero es de obreros y de patanes como Trump.

El otro tema en que Trump ha estado durísimo ha sido en los déficits comerciales desleales, ‘Germany is bad, very bad on trade’, diría textualmente y eso que EEUU no es el principal perjudicado, lo es mucho más España, pero con un cobarde patológico de jefe de Gobierno aquí nadie dice ni pío. El euro se puso en circulación el 1 de enero de 2002, y en ese momento el superávit comercial de Alemania era el 2,8% del PIB, a día de hoy es del 8,7%, equivalente a la fabulosa cifra de 278.000 millones de euros, superando al de China en 230.000 millones. La razón, un tipo de cambio enormemente favorable para la economía y la industria alemanas y desastroso para las economías del sur, particularmente para España. La industria española representaba en 1975 el 36% del PIB, hoy es el 15%, la culpa ha sido de nuestro modelo de Estado y de nuestros incapaces y corruptos gobernantes, pero Alemania es parte del problema.

El déficit comercial de EEUU con Alemania es de 70.000 millones de euros, y Trump lo considera inaceptable: “En EEUU hay Mercedes, BMW y Porsches por todas partes, en Alemania no se ve un coche norteamericano, si no se soluciona, voy a ponerles una tasa del 35%”. Merkel, sus magníficamente pagados con nuestro dinero sicarios de Bruselas y los medios a su servicio han puesto el grito en el cielo. ¡Qué horror, salir con tamaña ordinariez! Con España, el superávit comercial de Alemania en 2015 fue de 8.937 millones de euros, como la economía norteamericana es 15 veces la española, ello significa que nuestro déficit comercial es un 73,5% mayor, pero como tenemos un cobarde patológico de presidente, además de un felón, incurso en incumplimientos flagrantes de varios artículos del Código Penal, no es que nadie diga nada, es que dan la razón a Alemania.

G-7, acuerdo en que hay desacuerdo

La cumbre del G-7 en Sicilia, finalizada el sábado, se saldó con una frágil tregua en los temas más importantes, cambio climático y comercio internacional. En el primero, EEUU “está revisando sus políticas, y no está en condiciones de sumarse al consenso”, en el segundo se produjo una declaración conjunta que establece que el comercio debe ser “libre, justo y mutuamente beneficioso”. Este acuerdo fue obra del italiano Gentiloni en lo que llamó “punto de equilibrio”, “mantener los mercados abiertos y luchar contra el proteccionismo”, pero reconociendo que “el comercio libre no siempre ha funcionado para beneficiar a todos”. Una verdad económica de Perogrullo que los talibanes del liberalismo ocultan perversamente, y ha tenido que ser un “patán maleducado” quien lo haya introducido en el G-7.

En cuanto a Rusia, de nuevo las visiones son encontradas, el tema de Ucrania solo puede resumirse como caótico. Desde el golpe de Estado de los oligarcas de ultraderecha para hacerse con el poder apoyado en bandas de asesinos y pistoleros pronazis, que disparaban indiscriminadamente a manifestantes y policías, se ha llevado la nación al desastre. La política criminal del blandito Obama, la malvada Hillary y el genio tenebroso Soros, que ha sembrado la destrucción, la división y la muerte en Libia, Siria, Afganistán, Irak, Yemen, etc., se extendió a Ucrania poniendo en peligro cierto la seguridad de Rusia, todo ello unido a la no menos desastrosa gestión de Merkel ignorando la realidad histórica, geográfica y cultural de Ucrania, que pertenece al ámbito ruso y no al occidental. La ocupación de Crimea, que siempre ha sido rusa, donde el 80% de sus habitantes eran rusos, ha llevado a una serie de sanciones que carecen de justificación alguna.

¿Acaso creían que Putin iba a permitir que las bases rusas de Sebastopol pasaran a la OTAN, cuando Crimea ha sido rusa siempre y es ruso el 80% de la población?, solo unos dementes podrían pensar tal cosa. Hoy, la situación de Ucrania es de absoluto desgobierno, el imperio del caos y de la corrupción. Han perdido la guerra con las regiones prorrusas de Lugantz y Donetsk, las más industrializadas del país, solo les queda el apoyo incondicional de Merkel, que está expoliando económicamente lo que queda de este desgraciado país, tanto que hasta se llevan en camiones a Alemania las fértiles tierras negras del sur de Kiev. A España las sanciones nos están costando 5.000 millones de euros anuales, que si Trump no las ha levantado es por el lío que le han montado en su casa con sus relaciones con Rusia. Trump ha mostrado su determinación a iniciar una nueva era de relaciones internacionales, conciliador en el Oriente Medio y duro en la UE, hay un antes y un después, en el G-20 de julio, donde estarán Rusia y China, veremos qué ocurre.

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