El Trincherazo de Castigo es un término taurino que describe un pase de muleta ejecutado con la mano derecha muy baja, que obliga al toro a humillar la cabeza hasta rozar la arena con el hocico. Se utiliza para dominar la voluntad del morlaco.
Ejecutado con maestría, el torero tira con la muleta levemente del toro y en un segundo envite, baja la muleta para humillarle la cerviz. A veces, cuando el diestro lleva al toro embelesado, arrobado, retira la muleta bruscamente y ofrece su espalda a los pitones, sin mirarlo, desairando los quinientos kilos de bravura que ha humillado.
Exactamente es lo que ha hecho Urdangarín con la justicia: obedeciendo a presiones mas o menos confesadas, hemos sido testigos de los siguientes tratos de favor:
1º Se avisó al Rey, si hacemos caso a la prensa, de la entrada y registro en las dependencias de las empresas vinculadas al caso Urdangarín.
2º No se ha imputado, a alguien que se beneficia de los frutos del delito, SAR la Infanta Dña. Cristina. Al contrario se imputa a la esposa del socio D. Diego Torres. Veremos qué dice la Fiscalía, veremos si vuelve a mansear en tablas.
3º Se dicta una resolución que impide que la declaración del imputado sea grabada.
4º Se acordó tomar medidas especiales, solo para el Sr. Urdangarín, para evitar que el imputado, fuera ofendido al entrar al juzgado, llegando a situar al público en un lugar, donde no existiera contacto visual con el imputado.
5º Se dicta una resolución, por la que se autoriza en exclusiva al Sr. Urdangarín a entrar en vehículo cubierto al Juzgado.
El motivo que impulsa a la justicia a comportarse de ese modo es el mismo motivo que impulsó a varios Presidentes Autonómicos a conceder cuantiosas subvenciones a una persona de la familia real: la humillación del poder ejecutivo y judicial ante la Potencia Real.
El principio de Igualdad ante la Ley con independencia de la condición o circunstancia social, parecía así burlado. Entonces, se desata una campaña en la prensa, la televisión y hasta en el Consejo General del Poder Judicial por medio de Dña. Gabriela Bravo, para defender que no todos los imputados son iguales y por tanto no se debe tratar a todos por igual, o lo que es lo mismo: que unos imputados, son mas iguales que otros, dependiendo de su circunstancia o condición social, o Real en este caso.
En este ambiente, facilitado por los medios durante semanas, al principio con un tironcillo, cuando se justificó que no se debían grabar las conversaciones y después con embestidas mas vistosas y entregadas, se consiguió que el morlaco de la justicia, humillara la cerviz hasta arar el albero con los morrillos, poniéndose en evidencia dictando el resto de resoluciones.
Y entonces Urdangarín se bajó del vehículo y renunció al Privilegio Real otorgado por la justicia. Hizo el paseíllo sometiéndose a burlas e insultos. Con el rostro enjuto, enajenado, muerto de miedo, pareció gritar:
“Desprecio los privilegios Reales que me otorga esta justicia esclava.”
Recogió así la muleta, para que pudiéramos ver la cara al morlaco, ofreció el espectáculo de la justicia humillada, corrida, arando el albero con los morrillos, bajo la voluntad de reales órdenes, sordas o sonoras. Entonces dio la espalda a los cuernos que lo habrán de empitonar y dejó ahí al toro, desairado, humillado.
Es la estampa de la justicia española: un imputado por delitos gravísimos, se quita el zapato y con el tacón, asienta un golpe en la cabeza a una justicia arrodillada ante él.