Querido Antonio: Recuerdo bien el día en que presenté tu libro El discurso de la República ante un millar de universitarios en el Paraninfo de la Complutense. Me agradó especialmente el espíritu de libertad que presidió aquel acto literario e intelectual. Creo conocer bien tu pensamiento y por eso lo respeto profundamente. Desde tu republicanismo razonado, estuviste durante un tiempo al lado de Don Juan de Borbón porque considerabas que aquel exiliado antifranquista podía ser el mejor cauce para la libertad en España. Tu papel en muchos aspectos durante aquellos años agónicos de la dictadura fue determinante y no ha sido reconocido como, en justicia, se merece. He leído las 700 páginas de tu Teoría Pura de la República. En este libro has soleado tu sabiduría política y tu calidad intelectual. Nadie que te lea sin telarañas en los ojos podrá negar la altura de tu pensamiento y el servicio que desde él haces a la causa de la libertad. Sagaz es tu análisis de la Revolución Francesa y certera tu denuncia de la partitocracia actual. No hace falta que te exprese mi discrepancia sobre la forma de Estado. La conoces muy bien. El debate Monarquía-República me parece estéril. Lo que importa en las formas de Estado es el contenido. Y tu planteamiento a favor de la libertad en una sociedad moderna condena lo mismo a algunas monarquías que a ciertas repúblicas. Siempre has tenido enemigos que no te perdonan el éxito y también muy numerosos amigos que te admiran. A mí me complace felicitarte públicamente por la calidad de tu libro, por la serenidad con que está escrito, por la lección que supone para la soberbia de los dirigentes de los partidos políticos, por el respeto que manifiestas a los que no piensan como tú. (Publicado en El Mundo, domingo 30 de enero de 2011)