En Asturias la abstención al “remake” electoral vergonzoso de la partidocracia ha subido al 44% del electorado. Es sin duda la opción más seguida con diferencia ya que la fuerza política más votada no llega al 40% del electorado.
En Andalucía la abstención ha subido doce puntos con respecto a la convocatoria de 2008 y a las seis de la tarde era muy por debajo del 50%.
Los medios de la partidocracia se han apresurado a pasar de soslayo por estos debates sobre la participación “despachándola” como si fuera un fenómenos poco menos que atmosférico asociado a la casualidad.
No seré yo el que afirme que la abstención se debe en todo caso a la asunción del discurso sobre la RC, que no sería cierto. Pero si creo que es una obviedad que la gente está reaccionado poco a poco entendiendo que la abstención es una herramienta de deslegitimación y de protesta mucho más contundente que las huelgas de juguete o votar a la opción “menos mala” que en la partidocracia es imposible porque el colaboracionismo con este régimen iguala por lo bajo a todos.
En este sentido, los Asturianos no ha elegido representante alguno y han refrendado la elección de los jefes de Partido algo más de la mitad de la población, que se divide a su vez en muchas fracciones: Se va a tratar de un gobierno con muy poca autoridad moral, y seguramente politica. Se acerca el momento de organizar paso a paso la desobediencia cívica a la oligarquía antidemocrática.
En Andalucía la participación ha bajado doce puntos, si bien sigue presa del chantaje del miedo de la izquierda partidocrática. Urge explicar, movilizar, actuar.
Deberíamos realizar cuadernillos explicativos de la TPR, generar circulos de estudio y expansión del ideal en sus principales ideas-fuerza, apoyar y generar iniciativas sinérgicas que conformen un bloque de ruptura democrática, hablar con la gente que se acerca a las inmediaciones de los colegios electorales, estamos siendo activos, pero no activistas, y un cierto activismo efectivista-que no efectista- creo que nos haría pasar de fase pronto. La gente empieza a reclamar un no-lugar de la partidocracia.
Carlos Roldán López