A propósito de la reforma del Estatuto de Autonomía para el Principado de Asturias
Empieza en Asturias la reforma del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Autónoma. Parece ser que los 45 diputados y sus «taitantos» asesores (¿accederemos algún día a sus currículos y a sus relaciones afectivas vinculadas a los miembros de los partidos?) se han quitado la pereza de encima y vienen con aires renovados.
El consenso entre la mayoría de los grupos parlamentarios es prácticamente total. Sólo hay un fleco serio realmente en la reforma: la cooficialidad del asturiano y del gallego-asturiano (o eonaviego, que parece ser la denominación más técnica).
No es este diario lugar para dar opiniones sobre el sí o no a la reforma, pues este digno medio de comunicación se ocupa del análisis de las reglas del juego y no de las jugadas. Y, quiéranlo o no, lo asuman o no, mis paisanos asturianos, la cooficialidad o su negación es jugada partidista. Y la propia reforma del Estatuto de Autonomía lo es. Entra en las opiniones que podamos tener los asturianos y este diario no admite opiniones, sino criterios. Don Antonio García-Trevijano siempre decía que él no tenía opinión. De lo que no sabía, no hablaba y de lo que sabía no opinaba, sino que hablaba con criterio.
Todo este tema de la reforma y el problema de la cooficialidad muestran nuevamente el juego entre las oligarquías políticas regionales que, en idéntica cualidad y mayor cantidad, también se aprecia en el politiqueo consensuado del Estado… No en vano las Comunidades Autónomas, gracias a la Carta Otorgada de 1978, son también Estado y, por ello, su misma miseria moral, jurídica y política contienen.
A continuación haremos una exposición agrupando los partidos estatales de Asturias en la izquierda o la derecha. De todas formas, adviértase que dicha distinción es a efectos meramente de vocabulario común, para entendernos todos, pues ya sabemos que en España no existen izquierdas ni derechas, porque no hay política, como acertadamente reflejaba siempre Antonio García-Trevijano.
Las izquierdas
En general se pronuncian a favor de la cooficialidad, pero…
- El PSOE ha ido dando vaivenes y el actual, salido del último Congreso de 2017, está a favor de la misma (aunque sólo por un 52% de los delegados a ese Congreso) y, prietas las filas (la fuerte amalgama del poder), incluso los más reacios a la cooficialidad están callados y no se pronuncian, al menos públicamente, sobre la misma. En el último congreso del «partido único» asturiano (créanme cuando les digo que el PSOE es el partido único en Asturias, pues no existe otro; sólo hay que ver cualquier debate en la Junta General del Principado para darse cuenta que en Asturias la oposición es la nada, no existe. El PSOE será partido de gobierno en Asturias por incomparecencia de los rivales. Por eso afirmo que es partido único), se votó a favor y no es de extrañar que los diputados que haya en el grupo parlamentario socialista levantaran la mano a favor de la cooficialidad, fieles a una estructura política que niega el mandato imperativo del representado al representante, pero que consiente y ampara la «dictadura« » del grupo parlamentario sobre el «diputado de a pie». Todo esto permite otra reflexión no menos importante sobre el sistema de listas de partido: si el 48% de los delegados al Congreso de la Federación Socialista Asturiana votaron en contra de la cooficialidad, ¿quién conforma las listas de los partidos para que sepan que el 100% de los diputados del PSOE votarán a favor? A eso lo llaman democracia interna.
- Izquierda Unida (en Asturias aún existe como marca propia diferenciada de Podemos) siempre se ha postulado a favor la cooficialidad. Pero resulta curioso que rechaza ahora una votación popular que llegó a organizar hace 25 años y que reclamó en la negociación de 2008, según se ha podido leer en algunos titulares de prensa. Es decir, cuando ven cerca alcanzar su objetivo, ¿por qué mantener la coherencia de la consulta ciudadana si un pacto entre oligarcas les sirve en bandeja la cooficialidad? Se llama incoherencia.
- Podemos: como partido de reciente creación siempre han abogado por la cooficialidad. Tienen suerte de haber llegado al pastel autonómico. El Vox de la izquierda.
Las derechas
- Partido Popular: siempre en contra de la cooficialidad con mayor o menor rotundidad, si bien cuando gobernaron (con posterior fractura política incluida) en la etapa de 1995 a 1999 impulsaron la Ley de Uso y promoción del bable/asturiano. Lo que dicen y hacen en Galicia no les sirve para Asturias, lo cual rompe con el ideal de partido de discurso único en toda España. El modelo que se pretende implantar en Asturias es copia del recogido en el Estatuto de Autonomía de Galicia, donde gobiernan con holgada mayoría. Si no es bueno para Asturias, ¿acaso los gallegos son ciudadanos de segunda? ¿O lo somos los asturianos? Enseñan la patita del partido acomodaticio y realmente socialdemócrata que son.
- Vox: el Podemos de la derecha. Partido nuevo y activamente contrario a la cooficialidad; también lo eran, al menos de palabra, de las Autonomías, pero ahí están, dándolo todo en ellas.
- FORO: fue el partido de Cascos. Hoy con dos diputados está dividido al 50%. Uno con la disciplina de partido y otro no. Uno en contra y otro no se sabe si a favor. En todo caso, lo que puedan pensar los asturianos como que les importará poco llegado el momento… Como al resto.
- Ciudadanos: en contra de la cooficialidad.
En todo caso, no hay atisbo de democracia. Pero no lo habrá ni en este tema ni en ninguno de los otros aspectos que aborde esa reforma (parece ser que 11 puntos serán abordados en la reforma). Y todo ello porque ya empezaron las «rondas de negociación» entre los grupos parlamentarios. Hasta el propio presidente de la Junta General del Principado de Asturias pidió que la reforma se aborde «sin pasiones ideológicas». Es decir, ha entrado el consenso por la puerta de la asamblea legislativa asturiana, por lo cual la democracia ya sale nuevamente… «Ni está ni se le espera», como dijera Sabino Fernández Campos. Ni sería bienvenida, agrego yo.
Y es que nuevamente se evidencia que los diputados no representan a los ciudadanos y que las ficciones difícilmente soportan la realidad. De hecho, en la política la ficción nace para ocultarla, a diferencia de otras ramas donde la ficción nace para explicar los fenómenos. Y si no que alguien me explique cómo es posible sostener vitalmente la esquizofrenia de que un solo diputado represente a todos los asturianos a la vez. Si representa a todos, ¿cómo votar una cosa o la contraria, si va a tener opinión en contra, algunas veces de la mayoría de los ciudadanos?
Y es que de esa ficción de la representación total nace la subsiguiente de vivir en un sistema democrático.
¿Cuál es el resultado? Que a nadie le importa la reforma del Estatuto de Autonomía, aunque luego sus penosos resultados los vayamos a padecer todos los asturianos.