Yo quiero mucho a este partido… Rubalcaba declarándose al PSOE.
Nuevas revelaciones. Lo importante en el querer no es el objeto sino la intensidad. Nadie podrá decir ya que un partido es menos digno de sentimiento (tan dulce) que un hijo, la cónyuge o la mismísima música de Mahler.
Debemos entender que la inteligencia es poner los medios oportunos para lograr los fines que pretendemos. Tal afirmación parece estar lejos de discusión alguna. La construcción de instituciones democráticas hemos de verlas con la perspectiva de que han sido pensadas para que la sociedad pueda darse aquellas leyes que quiera darse y elegir y deponer a quienes se ofrezcan para hacerlo. La construcción de instituciones oligárquicas hemos de observarlas desde la misma perspectiva, es decir como artefactos de pensamiento político ideados para que el beneficio y los privilegios sociales, políticos y económicos vayan a parar a aquellos que astutamente consigan integrarse en el sistema ocupando las mejores posiciones.
En un sistema oligárquico, por naturaleza, la astucia ha de ser la cualidad más importante. En cambio, la democracia necesita de la inteligencia y la lucidez para lograr alcanzar los fines que la ambición afirma.
Es por esta razón que las instituciones de la democracia son más inteligentes que las de la oligarquía. Las oligárquicas han de estar siempre con el miedo a ser descubiertas porque su sustento se basa en el engaño; el valor no residirá en el logro que a todas luces se verá sino en el sigiloso comportarse hasta llegar a los callejones del poder. Una persona con estima del propio valor encuentra en la democracia su estímulo, aquella otra que sabe de sí su destreza para ocultarse bajo un disfraz cualquiera comprende que la institución oligárquica le ofrece una buena tapadera.
Desde aquí , desde este promontorio de aire fresco democrático, la peregrina declaración de amor de Rubalcaba resulta coherente con su máscara.