El histórico dirigente del PCE, Santiago Carrillo, fallecido el pasado 19 de septiembre, afirma en las memorias que dejó escritas que no tuvo relación con las órdenes para ejecutar a los presos de la cárcel Modelo en Paracuellos en noviembre de 1936, que se enteró por el cónsul de Noruega y que en ese momento casi cayó “en estado de coma”. En sus memorias tituladas “Mi testamento político”, Carrillo hace balance de la historia de España del último siglo y elogia especialmente el papel del Rey Juan Carlos en la Transición democrática, a quien se dirige directamente para afirmar: “si Don Felipe reina como vos, será un buen rey”.

Al margen de este episodio, el dirigente comunista repasa también en sus memorias los acontecimientos más destacados de la Transición democrática. Don Juan Carlos es uno de los personajes y personalidades políticas sobre los que Carrillo deja su opinión escrita en esta obra, en la que comenzó trabajar en 2011 y que se ha podido culminar gracias a los trabajos de corrección de su viuda, Carmen Menéndez, y sus hijos de los últimos textos que dejó antes de su fallecimiento.

 

 

En ese contexto, afirma que parece que la crisis nos ha hecho regresar a la situación de hace más de un siglo, en las que no se reconoce la igualdad de derecho de los ciudadanos y se hace recaer la responsabilidad en los trabajadores. Tras esta reflexión, reclama un “movimiento popular” que termine sometiendo al poder financiero.

En la presentación del libro han participado su hijo Jorge, Miguel Herrero de Miñón -padre de la Constitución y consejero de Estado-, el exdirigente comunista Julián Ariza, el jurista Raúl Morodo y el director de la editorial Galaxia Gutenberg, Joan Tarrida. Todos ellos han definido a Carrillo como “un gran hombre de Estado” que trabajó siempre en busca del interés general.

 

 

La Guerra Civil y la represión de la Quinta Columna es uno de los capítulos que más interés despiertan en el libro por el papel protagonista que en estos acontecimientos tuvo Carrillo, que explica algunos errores y asegura que no dio la orden directa de las ejecuciones que se llevaron a cabo en Paracuellos, Torrejón o Vaciamadrid. “Yo sé las órdenes que di de acuerdo con Miaja -presidente de la Junta de Defensa-; imagino las que pudo dar el Gobierno”, asegura Carrillo tras explicar que los ataques y bombardeos fomentaron una población que, horrorizada por la “bestialidad fascista”, era proclive a ayudar a combatir a la Quinta Columna.

Así, considera que se ha fantaseado mucho con el papel de los servicios soviéticos en Madrid y explica que “en la retaguardia republicana había suficientes personas capaces de formar su brigada de ejecutores”, como los había también en el bando contrario. Reconoce, no obstante, el “error” del gobierno republicano al no ocuparse de la evacuación de los presos franquistas, lo que a su juicio demuestra que no se “había planteado en serio la defensa de Madrid”, así como el del general franquista Emilio Mola al declarar públicamente la existencia y el papel asignado a la Quinta Columna.

 

 

Explica que participó en la decisión de evacuar la cárcel Modelo, en la que había unos dos mil presos, “la mayoría militares que podían sublevarse”, y que se encargaron de llevarla a efecto su suplente en la Junta de Defensa, José Cazorla, y el entonces director general de Seguridad, Segundo Serrano Poncela, quienes el 8 de noviembre le comunicaron la salida de los presos.

Al día siguiente, Carrillo recuerda que el cónsul de Noruega -“que más tarde supimos que era un agente nazi estrechamente relacionado con la Quinta Columna”, afirma-, le visitó para denunciar que los presos habían sido asesinados, como otros evacuados días antes.
“Casi caigo en estado de coma. No podía comprender lo que había sucedido. Llamé a Cazorla, que no sabía nada; él se había retirado a dormir cuando salieron los autobuses”, manifiesta Carrillo.

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