La semana pasada en esta misma columna se describía el saturnal banquete de la Justicia inseparada a cuenta de su hijo favorito, el Juez Garzón. Pues bien, el devenir de los hechos demuestra como las digestiones de estas pantagruélicas bacanales son siempre pesadas, sobre todo si la comida está podrida. Basta comprobar lo poco que ha tardado la defensa de Francisco Correa en solicitar la nulidad de actuaciones e inmediata puesta en libertad del considerado máximo responsable de la trama “Gürtel” tras decretarse la continuación por los trámites del procedimiento abreviado e inminente apertura de juicio oral de la causa que contra la otrora estrella judicial se sigue en el Tribunal Supremo por prevaricación a resultas de las escuchas ilegales en prisión de las conversaciones entre imputados y sus letrados. José Antonio Choclán, abogado de Correa, ha pedido en lógica correspondencia su inmediata puesta en libertad señalando en el escrito al efecto cursado que “se ha producido un hecho nuevo de suma importancia: El Auto del Tribunal Supremo (…) por el que se imputa formalmente al anterior magistrado instructor por delito de prevaricación y vulneración de las garantías constitucionales del interno en el centro penitenciario”, lo que exige la excarcelación “sin más dilación y sin exigencia de fianza”. Choclán añade que el debate sobre la libertad de Correa “no puede ser ya si hay o no riesgo de fuga” sino “si existe la expectativa razonable de la vulneración del derecho a un proceso justo, motivada por la múltiple lesión de derechos fundamentales que determine la absolución, toda vez que el juicio oral se encuentra condicionado por la irregular actuación en la fase de sumario”. El actual instructor, D. Antonio Pedreira, ha dado traslado del escrito de las partes para que se pronuncien sobre la petición de libertad provisional para Correa, que deben evacuar alegaciones en el plazo de cinco días. La embriagante espectacularidad garzonita trae ahora esta resaca, endosándole una difícil papeleta a su sustituto en la instrucción, porque si Correa sale a la calle y la corrupción al por mayor queda impune por tan flagrante irregularidad procesal será tan sólo por culpa de la conducta tan irresponsable como presuntamente criminal de quien se creía por encima del bien y del mal, en la que D. Baltasar, Él sólo, era la Justicia.