Fútbol callejero (foto: fabbio) Real desastre   El Real Madrid C.F. está a punto de demostrar esta temporada que gastarse cerca de 300 millones de euros en fichajes —trayendo con ellos a dos, Kaká y Ronaldo, de los tres catalogados como mejores futbolistas del mundo— no asegura un buen resultado deportivo. Al menos, el hacerlo de manera apremiante, utilizando a la prensa para pulsar en los deseos de la afición y crear un estallido de satisfacción al verlos cumplidos, en vez de poner tan increíble cantidad de dinero al servicio del plan de equipo del responsable técnico. Pero es que nunca ha habido tal plan, o el entrenador ha sido ajeno a él. Y ya se sabe la máxima florentiniana, “en el Real Madrid deben de jugar los mejores del mundo”.   Si como de un control se tratara situáramos sus dos extremos opuestos en la dicotomía jugadores/equipo, el Real tendría el balance volcado hacia el primero; y, como suele ser habitual en este tipo de clubes, entre los que el de Florentino se sitúa ejemplo cabecero, la figura más destacada es, curiosamente, su presidente. Mientras que aquellos en los que es el equipo lo que prima, suele ocurrir que el entrenador sea el personaje más emblemático. Naturalmente, la política de fichajes es opuesta, y mientras estos últimos prefieren fichar jóvenes promesas a las que formar en la filosofía del club, los otros compran a golpe de talonario grandes figuras ya consagradas.   Florentino Pérez debe ser tan necio o tan soberbio que no ha aprendido nada de su etapa   precedente.   Si   no,   se   habría  dado   cuenta de que, llegado a un punto, cada nuevo “galáctico” que añadía empeoraba los resultados del equipo. Y no digamos ya cuando decidió que el responsable del banquillo carecía de importancia, cargándose a Del Bosque. Así, asesorado por el mismo tipo que le condujo al anterior fracaso, su director deportivo Jorge Valdano, no se le ocurre otra cosa que empezar a gastarse un dineral sin contar con un entrenador, o con uno que pinta poco y del que no se fía. Así, el dócil Pellegrini estaba en Chile, como a otra cosa, cuando el Madrid realizaba sus incorporaciones. Mientras los dos citados arriba más Benzemá, esto es tres jugadores nuevos, están habituados a ocupar la misma posición, la de media punta o segundo delantero, el Club de Concha Espina mantiene una plantilla de aluvión que carece de jugadores de banda, de centrocampistas creativos y de un lateral izquierdo de garantías. Estas lagunas, especialmente la de los extremos, no en un sentido posicional, donde se puede colocar a cualquiera, sino en cuanto que no hay jugadores —sean laterales, volantes o extremos, al menos uno por banda— capaces de progresar paralelos a la línea teniendo suficiente calidad para ponerla en condiciones; terminan condenando al equipo a un embotellamiento en la zona central de la defensa rival, ocupando mal los espacios con un juego previsible que hace que el Real Madrid lo pase mal frente a equipos con entidad. Ello por no hablar de la presión añadida, personalmente a algunos jugadores, pero que se comunica a todo el colectivo, por el enorme desembolso efectuado. Eso sí, es sabido que el culpable de ello no puede ser otro que Manuel Pellegrini.

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