Los tres grandes rasgos definitorios de Mariano Rajoy son: la cobardía, la mentira y la inmoralidad. La cobardía que ya no es solo tal, sino que en caso de Cataluña es colaboración con la secesión, un delito gravísimo perfectamente tipificado en el Código Penal, renunciando a hacer cumplir la Constitución y la ley en esta región española que jamás en toda su historia fue independiente y menos una nación, y renunciando a la defensa de los derechos humanos más elementales, abandonando a su suerte a los millones de catalanes que se sienten ante todo españoles, perseguidos y discriminados por una banda de sediciosos sin otra fuerza real que la que les otorga la cobardía sin límites de Mariano Rajoy.
En cuanto a la mentira, la verdad en España es siempre lo contrario a lo que afirma Rajoy. Es bien conocido el incumplimiento de todas las promesas que le llevaron a su aplastante victoria sobre el indigente mental Rodríguez Zapatero. Desde bajar impuestos a recortar el escandaloso despilfarro político, empezando por eliminar las duplicidades entre AAPP, cerrar 1.500 empresas públicas inútiles o enviar a ‘los hombres de negro’, es decir, intervenir todas las comunidades autónomas que no cumplieran los objetivos de déficit. Haría justo lo contrario. En el debate de investidura, Rosa Díez exigió a Rajoy acabar con la corrupción que estaba devorando España. Lleno de ira, acusaría a Díez de mentir y negaría que existiera corrupción, lo que arrancaría el aplauso de socialistas y separatistas.
Y en cuanto a inmoralidad, Rajoy ha demostrado ser capaz de cualquier cosa con tal de seguir mandando. Carece totalmente de principios o de patriotismo, solo cree en el poder. No solo permitió la corrupción generalizada en su partido, es que además permitió una cultura de persecución y expulsión sin contemplaciones a los ‘traidores’ que denunciaban a sus compañeros corruptos, algo característico de la mafia pero inconcebible en un partido político en una democracia.
Además, Rajoy prevaricó para hacer el sándwich al PSOE eliminándolo como rival, lanzando al estrellato al monstruo Podemos, un partido antiespañol, guerracivilista, ferozmente anticristiano y antisemita, y tan ayuno de conocimientos como sobrado de odio. Pues bien, Rajoy y su genio maléfico Santamaría prevaricaron con La Sexta, que estaba quebrada y tendría que haber sido cerrada, permitiendo su adquisición por Atresmedia en contra de la ley y a pesar de la oposición de la CNMV, poniendo La Sexta al servicio de Podemos. Hoy ha vuelto a prevaricar comprando la voluntad del PNV con dinero público.
El coste para España del cupo vasco
El origen de este privilegio fiscal inexistente en el resto del mundo civilizado deriva de la abolición del sistema foral al finalizar (y perder) las guerras carlistas, que mantenía a las provincias vascas exentas del sistema tributario. En 1878, Alfonso XII derogó el sistema foral, con la finalidad de que las provincias vascongadas pasaran, en un periodo de ocho años, a tributar igual que el resto de provincias españolas: “Contribuir por todos los conceptos y en idéntica proporción que las demás de la Monarquía”. Hoy, 139 años después, no es que sigamos igual, es que estamos infinitamente peor. Un sistema, el foral, pensado para unas provincias agrícolas, se aplica hoy a la región más rica del país.
Fui testigo directo, en los comienzos del nefasto Régimen del 78, de cómo unos políticos insensatos presionaron a un jefe de Gobierno más insensato aún —Adolfo Suárez— y sin el menor sentido del Estado para que devolviera a Vizcaya y Guipúzcoa este privilegio fiscal que Franco les había retirado. Mi jefe, Paco Fernández Ordoñez —yo era entonces consejero delegado de Campsa—, estaba decidido a modernizar de una vez por todas el sistema fiscal español y, lógicamente, había decidido acabar con los privilegios fiscales quitándoselos también a Álava y Navarra, que aún los conservaban. Los barones de UCD en Vizcaya —Agustín Rodríguez Sahagún— y Guipúzcoa —Marcelino Oreja—, en un violento enfrentamiento que presencié, instaron a Paco a devolver a Vizcaya y Guipúzcoa sus privilegios fiscales.
Como Paco se negó, fueron a ver a Suárez con el increíble argumento de que si no hacían eso, UCD perdería las elecciones en esas provincias, y este irresponsable absoluto —el del ‘todos café’ que esta destruyendo España— obligaría a Paco a ceder. Queden sus nombres para escarnio y vergüenza ante las generaciones futuras. Para la cuantificación de este robo legal existen varios estudios serios sobre tema. Desde el estudio de balanzas fiscales por el equipo de Ángel de la Fuente al Ministerio de Hacienda con cifras de 2011 —en que muestra cómo las provincias forales disponen de un privilegio inaudito que supone un 80% más de financiación por habitante que el resto de las regiones— a los estudios de Mikel Buesa y otros donde se cuantifica de varias formas este gigantesco robo fiscal al resto de España.
No voy a entrar en la casuística del tema, sino a ilustrar a los lectores (mediante dos ejemplos muy claros que cualquiera puede entender) lo que representa de verdad este saqueo de los más ricos a los más humildes. Si todas las CCAA tuvieran un régimen fiscal igual al del País Vasco, el dinero de que dispondría el Estado para financiar España serían 15.500 millones de euros —los 965 millones a que ha dejado Rajoy reducido el cupo, para una región que representa el 6,24% del PIB de España, elevados al 100% del PIB—. Con eso habría que pagar los servicios públicos básicos (Justicia, Defensa, Seguridad Ciudadana y Servicio Exterior), otros servicios (Agricultura, Industria y Energía, etc.), infraestructuras, I+D, intereses de la deuda, aportación al presupuesto de la UE, clases pasivas, agujero de las pensiones —que será de 10.000 millones este año y 20.000 en años siguientes— y sServicios de carácter general, un total de 130.600 millones según los PGE 2017. El país vasco paga 7.184 millones menos de lo que correspondería.
A este robo legal se suma el referente al IVA. Las diputaciones forales ingresan la totalidad del mismo por las ventas de bienes y servicios de las empresas vascas en todo el territorio nacional. De este total, las diputaciones forales deben devolver a Hacienda el IVA recaudado por las ventas de las empresas vascas fuera del País Vasco, cosa que no sucede, ya que el Gobierno les permite un cálculo muy favorable al País Vasco, que en 2016 ha representado como mínimo 2.600 millones de euros menos de lo que correspondería si el cálculo se hiciera de forma correcta. Y digo como mínimo porque del IVA correspondiente a las ventas de las pequeñas empresas vascas fuera de la región no devuelven ni un euro.
Increíblemente, se han alzado algunas voces para tapar el desafuero de Rajoy y su mayordomo Rivera, pidiendo que el modelo vasco se aplique a toda España, en concreto que se descentralice el 97% del gasto, algo tan demencial que supondría el fin inmediato de la nación más antigua de Europa. Lo que proponen es desmantelar la Guardia Civil, la Policía Nacional, el CNI, el Tribunal Supremo, la Audiencia Nacional, el Constitucional, el Congreso, el Senado, todos los ministerios excepto Defensa y Exteriores, que las regiones más pobres que tienen más parados paguen más o los parados cobren menos y las más ricas lo contrario, que las pensiones lo mismo, las más ricas pagan más y las más pobres menos en función de lo que ingresen en cada caso, y los vencimientos anuales de deuda ni se sabe, porque ¿acaso creen que el BCE va a prestar su dinero a 17 reinos de taifas? No tienen ni idea de cómo funcionan Europa ni los mercados internacionales de deuda. La España que proponen quebraría en una semana.
Corrupción de Estado y corrupción personal
Los escándalos de corrupción personal que estos días ocupan toda la atención de los medios, aunque sean la parte más obvia y causa esencial de la desafección política, no son más que una parte minúscula de la corrupción con mayúsculas iniciada por el nefasto Régimen del 78 que nos robó la democracia y nos impuso una oligarquía de partidos sin separación de poderes y sin representación política. Dedicados desde el principio al enriquecimiento personal y al saqueo de España, dividieron el país en 17 trozos donde se suprimieron por completo todos los controles y contrapesos de las sociedades democráticas, una corrupción de Estado como jamás se ha conocido que está llevando a la ruina a esta gran nación. Y para entenderlo, nada mejor que poner cifras a lo que estamos hablando.
El Estado autonómico cuesta a los españoles unos 100.000 millones de euros más de lo que costaría un Estado centralizado tipo Francia, y los corruptos individuales conocidos han robado en conjunto menos de 10.000 millones de euros. Las consecuencias acumuladas de este modelo político, pensado y diseñado para el saqueo de España sin controles ni contrapesos que lo evitaran, han sido desastrosas, algo que la gente no comprende bien, ya que el desarrollo tecnológico hace que hoy haya más de todo que hace 40 años, cuando la realidad es que hemos retrocedido fuertemente respecto al mundo en tamaño de PIB (del 8º al 16º del mundo), en modelo productivo (de una industria que representaba el 36% del PIB al 15%), en Educación (de la 4ª mejor a la 36ª), en niveles de salarios y riqueza (la mayor caída de la UE), en distribución de la renta (el país de la UE con la mas injusta) y en empleo (del 3% al 18,7%), de una deuda pública cero a 1,56 billones de euros y donde los hijos por primera vez en siglos vivirán peor que los padres.
Pues bien, es precisamente dentro de esta gigantesca corrupción de Estado en la que se inscribe la prevaricación de Rajoy con el cupo vasco, ¿cómo comparan los millones que se han llevado los corruptos de la operación Lezo, la Gürtel, o los ERE de Andalucía (menos de 1.000 millones), con los miles de millones de dinero público con los que Mariano ha comprado la voluntad del PNV para seguir en el poder?, ¿cómo es posible que Albert Rivera, con su demagoga anticorrupción, tenga la desvergüenza de apoyar con sus votos un delito de prevaricación infinitamente mayor? Como dice Juan Carlos Bermejo, ex rival de Rivera en las primarias a presidente de Ciudadanos: “Mi partido no solo va a apoyar unos Presupuestos de ciencia ficción, sino que lo haremos a costa de una concesión al PNV que todavía acentúa mas la desigualdad entre los ciudadanos”.
Y no solo eso, sus concejales serían los primeros en exigir coche con chófer en los ayuntamientos y el resto de privilegios inaudito, algo que UPYD —destruida por la banca y el ‘establishment’, que controlan férreamente los medios de comunicación, para colocar al ‘chico de los recados de La Caixa’— había renunciado a utilizar. Un despilfarro de unos 100.000 euros anuales por concejal totalmente innecesarios y que no existe en ninguna otra capital del mundo civilizado. Si esto no es corrupción personal y desvergüenza absoluta, en un país donde no hay dinero para la dependencia y un tercio de los niños vive por debajo del umbral de la pobreza, que baje Dios y lo vea. Y es que Rivera es igual que el político al que interpretaba Groucho Marx en la mítica película de ‘Sopa de ganso’: “Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”.
Todos los errores y los vicios posibles en una sociedad, incompetencia, corrupción de Estado y personal, nepotismo, falta de sentido del Estado, son las señas de identidad del Régimen del 78 y continúan hoy a toda máquina. Su resultado solo puede ser un desastre histórico, que en el mejor de los casos habrá sembrado el odio y el enfrentamiento entre las regiones españolas, hundido la economía y destruido los grandes logros sociales que tanto costó conseguir. Y en el peor, habrá destruido además la nación mas antigua de Europa. Alguien debería responder por ello.