Busto de Bertrand Russell (foto:ruselldavies) La Universidad Española es una de las peores de Europa. Lo demuestran todos los rankings internacionales, la pobreza extrema en premios Nobel y las dificultades económicas por las que algunas atraviesan. Recientemente, las universidades valencianas se declararon en estado de pre-quiebra. A pesar de la calamidad del saber hispano, los rectores detentan el orgullo de regentar algunas de las más antiguas instituciones del saber europeo. ¿Por qué? La Universidad española y sus mandamases se aferran a un modelo enemigo de las pasiones del saber. E inventan falsas disyuntivas para permanecer, orgullosos, entre las ruinas del baby-boom instruido y alienado por la economía del pelotazo juancarlista. Ante la hecatombe del modelo "coraje taurino, sol y todos al ladrillo", el cambio de paradigma en la "enseñanza superior" amenaza la apacible decadencia rectoral. Ante este panorama de crisis, los rectores se apresuran a contraponer la figura del investigador con la del profesor: "No todos los investigadores son buenos profesores". Esta estupidez es el argumento de mayor peso que los rectores poseen para seguir al mando de las instituciones más improductivas, y aferrarse al viejo modelo universitario de financiación a cambio de la instrucción de masas pasivas en el saber y serviles en el poder. Cualquiera que posea interrogantes como lanzas que perforan el cerebro, no perderá ni un minuto sin hacer suya la máxima de Francis Bacon: " De lejos, la mejor prueba es la experiencia"; o someterse al compromiso de Albert Camus: "No puedes adquirir experiencia mediante la realización de experimentos. No puedes crear la experiencia. Debes sufrirla." En los países anglosajones el término de profesor está reservado a aquellos investigadores que han contribuido de forma única al avance del conocimiento en una materia determinada a lo largo de una prolongada carrera. Se considera que los descubridores son capaces de comprender mejor y sólo el que comprende es capaz de enseñar. Lo demás, la pedagogía, es un sucedáneo edulcorado para los que no poseen ni pasiones de acción, ni de pensamiento y prefieren ocupar una cómoda vacante estatal a la sombra de "la enseñanza superior" que someterse al empirismo radical para conseguir como dijo Russell: the slow achievement of men emerging from the brute.