ETA abandona la lucha armada (foto: RTVE) Pensar hacia la democracia Si ETA deja de matar y no hay mas atentados, si cesan la extorsión y la coacción; si la infame crueldad de sus atentados deja de ocupar la primera plana de los medios de comunicación, no volveremos a oír los recurrentes mensajes de la clase política que condena sin paliativos sus crímenes y apela a la solidaridad de los españoles con las víctimas. Si eso ocurre, y así lo deseamos todos, nuestra atención podrá fijarse, ya sin la angustia del terror, en los problemas que nos afectan, sus causas y su solución; pues acertar a pensar racionalmente requiere un estado emocional no perturbado.   En todos los mensajes que, con motivo del anuncio de ETA de cesar en el uso de la violencia, apuntan a que han ganado la democracia y el Estado de derecho. En España no hay democracia y sabemos que no hay Estado que no sea de derecho. La clase política, quiere que se confunda la partidocracia, o gobierno de los partidos por turnos dictatoriales, con la democracia representativa con poderes legislativo y ejecutivo, independientes. Lo que sí tenemos es un régimen que niega la libertad política a los españoles. Aunque la clase política no cese de autoproclamar que esto es democracia, es una partidocracia. Lo llaman democracia, pero no lo es.   Siguiendo a Lord Acton, está extendida la opinión de que el poder corrompe, que tanto en un sistema democrático como en cualquier régimen de poder, siempre habrá corruptos. Sin embargo, sabemos que no es el poder, sino la impunidad, la causante de la corrupción personal. La democracia posee mecanismos institucionales para perseguir la corrupción personal, mediante el mandato imperativo y una Ley de secretos oficiales que convierta el secreto de Estado en delito. Y lo que es más importante, impide la corrupción institucional, al impedir la concentración del poder, dividiéndolo, y haciendo que los dos poderes políticos se controlen mutuamente.   En efecto, si ETA cesa su actividad armada los españoles ya no tenemos excusa para no pensar en lo político; pensar hacia la democracia.

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