Los medios de comunicación de EE.UU. y de toda Europa fabrican candidatos al poder de tal manera que es imposible saber las medidas que tomarán cuando lo alcancen. Obama no es una excepción. No hay información clara para el votante norteamericano sobre si la política exterior dejará de ser agresiva o si se socializarán beneficios, en el interior, para atender a los más necesitados o, en cambio, seguirá cumpliendo con el principio realista, y nada ético, del capitalismo financiero: dinero de los pobres y clase media para los multimillonarios y grandes bancos. Pero la crisis financiera está permitiendo que las encuestas de los últimos días den como ganador al candidato demócrata. Sorpresa que pondrá en marcha el tradicional aparato de difamación del partido de los Bush. Las características propagandistas de las elecciones en los EE.UU. obligan a vaciar de contenido la futura acción de gobierno del candidato más racional (Obama) y, a la misma vez y como su natural consecuencia, le dejan totalmente indefenso ante la previsible campaña contra su persona de la maquinaria electoral del partido rival. Ésta aprovechará, obviamente, el racismo latente o explícito de la “América profunda”. Sería, sin duda, una revolución cultural considerable en USA el que pueda ser Presidente una persona negra. John McCain y Barak Obama (foto: American Pundit Fighting) No son especulaciones sin fundamento. En las pasadas elecciones el candidato demócrata perdió por una eficiente campaña similar. John Kerry fue soldado en Vietnam en una de las zonas más peligrosas y sangrientas. Realmente es un héroe desde el punto de vista republicano, sin embargo Bush usó sus conexiones para librarse del servicio militar. En cambio, los medios de desinformación consiguieron que el elector medio creyera que Kerry era un traidor y ¡que Bush era más patriota! Conclusión y sorpresa: ganó Bush.