El máximo responsable del socialismo madrileño, Tomás Gómez, ha comparado en el periódico Expansión a su jefe de filas nacional, Alfredo Pérez Rubalcaba, con un boxeador sonado sostenido en pie por Mariano Rajoy. Lo ha hecho veladamente, como se hacen las cosas en este régimen de Monarquía partitocrática, pero toda la clase política y sus cenáculos lo han entendido de maravilla: habituados a mil censuras, el lenguaje de los mudos es el que mejor se entiende en España. Y a tenor de sus sinceras palabras, parece que la partitocracia o el chollo se va acabando con la crisis:
“Se nos acabó a todos. A la derecha, que cada vez más es hija de sus propios actos, y a los socialistas, a quienes, para bien o para mal, se nos pregunta cada vez menos por el pasado y cada vez más sobre el futuro”, exclama Gómez. “Sinceramente, no creo que los socialistas pudiéramos aceptar esa clase de pactos de Estado, porque iría contra nuestros valores y contra los intereses generales de la sociedad a la que debemos defender. La demanda de un pacto en abstracto y sin explicar su contenido parece más el abrazo de un boxeador desorientado que un ejercicio de liderazgo. Y es liderazgo, para abrazarse o para competir, lo que necesita España”, señala en lo que parece un retrato al fresco de los encuentros entre Rajoy y Rubalcaba en la Moncloa. El silencio sobre la petición de comisión de investigación sobre Bankia fue la gota que colmó el vaso de las sospechas.
“ Los errores nos han llevado a la derrota y, por eso, éste es el momento de revisar nuestras posiciones y armar un proyecto de futuro para España, un modelo económico alternativo, un nuevo pacto con las capas medias y el capital productivo frente al capital financiero, el verdadero enemigo de la recuperación económica y de la democracia en sí misma”, dice Gómez, que añade ya explícitamente: “Detrás de palabras grandes no puede haber intenciones pequeñas. Detrás de un Pacto de Estado no puede esconderse pactar políticas de derechas. No puede haber pactos de Estado entre unos pocos que no están dispuestos a renunciar a nada y la mayoría, a la que ya no le queda casi nada a lo que renunciar. Para los segundos hay crisis, para los primeros hay excusa. Los socialistas debemos mirar al frente y no desviar nuestra mirada, debemos ponernos en el camino de los socialistas franceses y no equivocarnos como los compañeros griegos. Concluyo con la reflexión de un ciudadano, un veterano militante del PSOE, que nunca tuvo cargo alguno: “O nos centramos en lo que somos, o pareceremos lo que no somos”.