Estos días estamos asistiendo a varios espectáculos siniestros del comportamiento de buena parte de nuestra clase política. Son escenas de la tragicomedia a la que nos tienen acostumbrados. Pero las escenas de corrupción que protagonizan muchos municipios apenas salen a la luz, porque un tupido velo jurídico las cubre. De todos es conocido que las empresas, los profesionales y las administraciones públicas están obligados a retener algunos tributos estatales o cuotas sociales en el momento de realizar un pago sujeto a dichos tributos o cuotas. A la hora de pagar los sueldos de sus empleados están obligados a retenerles la parte correspondiente del Impuesto sobre la Renta y de las cotizaciones pertinentes de la Seguridad Social e ingresar esas retenciones en la Agencia Estatal de Administración Tributaria y en la Tesorería de la Seguridad Social competente. Lo mismo ocurre con el Impuesto sobre el Valor Añadido que se incluye en las facturas que pagan a los contratistas de obras y servicios. Si las empresas no ingresan esas retenciones en las instituciones mencionadas los gestores y directores pueden ser acusados de apropiación indebida y acabar con sus huesos en la cárcel. Pero si la omisión de esa obligación la realiza un municipio, al gestor y al responsable último del Ayuntamiento (el concejal competente o el alcalde) no se les suele acusar de mala utilización de unos recursos públicos que no son suyos. Aquellos organismos se limitan a enviar una relación de acreedores al órgano encargado de repartir la participación de los municipios en los ingresos del Estado para que éste les retenga una cantidad módica de la cuantía mensual de esa participación. Lo mismo ocurre y el mismo procedimiento se utiliza con los adelantos del pago que ha proporcionado el Instituto de Crédito Oficial de muchas facturas atrasadas. Algunos gestores municipales, sabedores de este “chollo financiero”, utilizan estos procedimientos para obtener financiación gratuita a costa de los contribuyentes. Corrupción política amparada por las leyes actuales. Pero este tipo de comportamiento ha generado una bola de nieve tan grande que en algunos casos dichas retenciones los están ahogando financieramente. Entonces lloran desconsolados a “papá Estado” directamente o influyendo a través de sus grupos de presión para que elabore una norma de saneamiento de las haciendas locales. ¿Y si eso ocurriese? Pues como muchas veces sucede en este país: se premia a los gestores ineptos y “corruptos” y se castiga a los gestores públicos eficientes y honrados.