Estos días ha estado en nuestro país el profesor Paul Krugman, premio Nobel de Economía en 2008, invitado por la Confederación de Empresarios Andaluces y por el Ministerio de Ciencia e Innovación, para participar en sendas jornadas sobre innovación tecnológica en Sevilla y Madrid. Los medios de comunicación han resaltado y amplificado sus intervenciones y han entresacado aquellas frases más impactantes, en especial algunas afirmaciones duras comparándolas con el optimismo infantil del Presidente de Gobierno. Como salido del oráculo de Delfos, le aconsejó realizar profundas reformas estructurales porque “la situación de España es aterradora” ya que, según dicho economista, España se encuentra en una situación especialmente difícil en comparación con los demás países de la Unión Europea. Durante mucho tiempo, en las páginas de este diario se han venido analizando las causas, los síntomas y los efectos de la enfermedad económica que padece España. Pero ha tenido que venir el oráculo de Paul Krugman para someter a un nuevo análisis al enfermo español y proponer un tratamiento de shock: los salarios en España y los precios son insostenibles y no están alineados con su situación económica, así que el enfermo necesita una deflación relativa del 15%. Como ocurre casi siempre en este tipo de actos, da la solución más fácil y aquella que molesta menos a los poderes establecidos que hacen de anfitriones. ¿Por qué tomar esas medidas tan drásticas y no empezar por un recorte del 15% de los fondos públicos que administran los personajes que dirigen los destinos de este país, sin el consentimiento y sin la representación de los ciudadanos? ¿Por qué tenemos que pagar los ciudadanos la mala gestión de algunos dirigentes de Bancos o de los “comisarios políticos” que dirigen las Cajas de Ahorro; o la flota de coches oficiales autonómicos, los cheques regalo de Cataluña y de Andalucía, la multitud de órganos, organismos y entes públicos superfluos; o el reparto de beneficios y “bonus” de aquellas instituciones que reciben ayudas? Son algunos ejemplos alternativos. Paul Krugman (foto: Taekwonweirdo)