Cuando el INE publicó la Encuesta de Población Activa (EPA: un estudio estadístico) del tercer trimestre del año, la consideramos una radiografía de los músculos de la sociedad y recordamos que cuando el Servicio Público de Empleo Estatal publicase el paro registrado y el número de demandantes de empleo no ocupados (DENOS) correspondiente al mes de octubre, los datos de la realidad registrada serían demoledores. Pues este hecho tuvo lugar el día 4 de noviembre y sus resultados fueron peor de lo pronosticado. Casi todos los diarios se hicieron eco de esta situación, realizaron análisis y comentarios del paro registrado (2. 818.026); pero olvidaron que los parados, los demandantes de empleo no ocupados, han superado los tres millones, 3.083.563, lo que supone 186.008 más que en septiembre y 788.311 más que el año pasado. Estas cifras, relacionadas con la población activa, elevan la tasa del paro al 13,44%. Sin embargo el Presidente de Gobierno, en la comparecencia del día 3 de noviembre, se había lamentado de la magnitud de este problema y anunciado un paquete de ayudas a las familias que lo padezcan haciendo referencia a los datos de la EPA (al crecimiento de la población activa y a la tasa de paro derivada de ella: 11,3%). ¿Consideró más fiables estos datos? ¿No conocía los que se iban a publicar al día siguiente o se adelantó para evitar “comparaciones odiosas”? El día 5 de noviembre parecía que lo ocurrido había sido un pequeño “shock” fugaz, ya que la belleza de la democracia americana con el resultado de sus elecciones, sobre todo los relativos a la Presidencia de la República, hicieron olvidar que el enfermo (la economía española) seguía en la Unidad de Vigilancia Intensiva. Quizás pensaron que estos grandiosos acontecimientos alejarían a los críticos de la realidad hospitalaria de nuestra economía. Comparecencia parlamentaria (foto: Partido Socialista)