Nubes tormentosas cubren la selva (foto: lapidim) Ocurrencias económicas En la siguiente sesión de la biopsia de nuestra querida España nos encontramos con las células cancerígenas que impiden adoptar de forma ordenada las medidas de política económica estatal necesarias en una situación como la actual. Cada poco el equipo médico alivia el dolor y prolonga la vida del paciente: las medidas del pacto de Zurbano, la ayuda a los parados de larga duración, el Fondo de inversión local, la aceleración en la aplicación los recursos del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), la normalidad de las transferencias a las administraciones territoriales como si fuesen ajenas a la crisis y otras muchas medidas que incrementan el agujero financiero estatal de forma brutal. La enfermedad sigue avanzando a pesar de la morfina suministrada. Ante esta situación el médico jefe consulta a los oráculos de la patronal bancaria, de la socialdemocracia instalada en cátedras bien remuneradas y de los “think tank” de alta cuna y de baja cama, sobre el siguiente paso a dar, ya que las pócimas keynesianas no han dado los frutos esperados. Ni el efecto multiplicador del gasto público, en varios casos negativo, ni la financiación de su expansión mediante endeudamiento saltando las reglas elementales del retorno financiero de una inversión, han sido suficientes. No saben si ha sido por no tener en cuenta que esas fórmulas magistrales fueron pensadas para otra época, para Estados en los que su política económica tenía efectos en los comportamientos de los agentes nacionales o para naciones poco zaheridas por la globalización y por una descentralización esquizoide. Cada quince días las autoridades estatales han ido poniendo en marcha una ocurrencia económica, sin saber si forman parte de un programa económico coherente y comprometido con la sociedad civil para salir de la crisis económica que nos asfixia. El vademécum intervencionista sólo ha dado frutos a corto plazo y ya han comenzado a aplicar medidas de cirugía, cortar por la sano: bajar el sueldo a los funcionarios estatales, congelar las pensiones públicas de competencia estatal y aprobar un bajo techo de gasto de la Administración Central (la mitad será para pagar los intereses de la deuda y los subsidios de desempleo) en vez de raspar los órganos enfermos de la nación (gastos suntuarios y subvenciones nominales que sirven para proporcionar más gastos suntuarios) que la desangran día a día. ¿Tendrá autoridad el Estado para que los miles de agentes públicos no dependientes de él sigan sus pasos? “Cuando se actúa sin un plan global y a base de ocurrencias es imposible acertar. Cuando crees haber resuelto un problema realmente puedes haber creado otro” (José García Montalvo, profesor de economía de la Universidad Pompeu Fabra). Una sociedad nacional sin un Presidente que tenga competencias en todo el territorio y haya sido elegido por ella, y sin unos representantes que transmitan sus preocupaciones y transformen sus anhelos en normas, es como una aldea instalada en una selva plagada de depredadores.